Eres desagradable pero necesario para
encontrar la diferencia, una cosa es conocer un punto aleatorio y otro un punto
que llega hasta un lado imposible de poder medir, digamos que nos enseñan a
encontrar un apartado donde todo está perfecto y otro en el que todo está
imperfecto, son dos polos opuestos en una escala en la que hay que medir la
longitud y no la latitud.
Vivimos en un escenario
en el que la evaluación hace de control de estados diferentes, nos añaden a un
cuadro en el que valorar lo que debemos y lo que nos deben, como si fuera una
cuenta corriente en la que quitarnos tiempo o añadirlo para jugar dentro de
esas fronteras, pasar de las montañas a los valles equidistando los extremos en
valores que siguen de acuerdo a unas normas preestablecidas para acoplarnos a
una forma diferente de encontrar el camino de una felicidad guardada en
paradigmas.
Todos funcionamos de
acuerdo a los lugares en los que cometemos errores, donde los errores se
calibran en la justicia de poder convencernos de que es una verdad completa,
una atenuante que nos hace ser vivos en una cárcel diferente, unos barrotes que
intentan atraparnos en la esquina que nos hacen elegir, en los momentos en que
cada historia va tomando la vertical longitudinal que nos completa dentro de la
estadística.
Simetría o asimetría
conforman en puzle donde todos dormimos en este juego, en la preparación de
unas normas que tienen por finalidad contemplar el espectáculo dentro de cada
butaca aprendida en un cerebro que va codificando lentamente los catálogos, las
figuras van siendo seleccionadas por un tribunal compuesto por los mismos que
pasaron por unos puertos en los que diferentes barcos salían y entraban dejando
detrás el surco en unas aguas salinas.
Vemos unos cuadernos en
los que los códigos son expuestos a la mayoría, a todos aquellos que se sienten
en la espiral donde la bondad ratifica que hay maldad, donde los buenos y malos
son los exteriores de aquellos pensamientos en los que nos perdemos cuando
aprendemos a dejarnos llevar en la sístole de un corazón dormido, así la
compañera que nos ataja en las virtudes nos eleva en los proyectos que subyacen
dentro de cada catálogo que aparece en nuestras ventanas.
Es ahora el momento de
verificar si dentro de todo este círculo podemos describir los estadios en cuyo
significado dejamos atascados los pequeños discursos que fueron archivados por
la lógica aplastante de miradas encendidas, por aquellos acompañamientos en
donde la palabra hacía de soporte a tantas escuchas en sonidos que salían de
diferentes conciertos en los que la música se enredaba con las lágrimas, con
los pequeños acordes de la sintonía en que empieza de nuevo este despertar.
Corre todo lo lejos que
puedas, salta lo más profundo que encuentres en el impulso, muere lo más
completo que tu cuerpo pueda al desenredar la espiral que ha supuesto tu
llegada entre nosotros, una humanidad que fuerza de nuevo el sentimiento para
desarrollar la precisión en la misma transformación que los duelos, que los
fallidos encuentros donde el alma que acompaña pueda salir por el mismo fondo
donde el polvo que nos fue creando se deslice por entre las piedras para volver
de nuevo a esta tierra que tanto nos entiende.
Miguel José Carbajosa Gómez
|