Son
líneas que salen de este lápiz, es la mano las que sigue el recorrido sin
escuchar pensamientos ni encontrar en mi mente nada que pueda completar otras
líneas que siguen saliendo del mismo lápiz sin encontrarme en la misma
dirección empujando los dedos, el momento en que sentado frente a una pared
puedo verme la cara, el rostro dibujando, ese cuadro que seguramente dejaría un
instante de silencio en el aquí y ahora que está sucediendo sin que nada ni
nadie aparezca cerca de mi cuerpo.
Viendo
el resultado puedo definirlo como composición, como unas líneas que dibujan
otras líneas, como un revuelto de mensajes que aparecen desnudos en el cerebro,
en la parte en que todo se queda grabado y que muchos, seguro, definirían a su
modo de verlo, pero yo he sentido haciéndolo en un estado tranquilo, sin
ninguna intención de hacer un paisaje ni tampoco un retrato, simplemente
dejando que la mano siguiera en trazo que mis dedos empujaban silenciosamente
sin saber ni entender.
Es
complicado hacerlo, muchas veces escuchando una charla o un video me tomo mi
lápiz, si, es verdad, tengo uno propio para mí, y dibujo lo que sale, es como
una relajación, incluso como una forma de hablar de escuchar, de seguir al
detalle lo que en mi cerebro se va impregnando, de descubrir que el resultado
es simplemente el estado de ánimo que sale del inconsciente, de ese lugar donde
todo aquello que no conocemos se vuelve verdad, se descubre dentro del silencio
que empuja a salir todo aquello que no nos hace actuar sin entender, o actuar
sin saber que está empujándonos a ser como persona, la personalidad.
Seguro
que cada uno escucha estas palabras según su inconsciente, algunos ni siquiera
pasan del segundo párrafo, otros esperan a que llegue el último para descubrir
que no era lo que pensaban, seguro que otros descubren un gran escrito mientras
que los demás siguen en otro lugar para no decirme que no les ha dicho nada, es
normal estas actitudes y personalidades pues cada uno siente dentro de sí lo
más importante, el ser ellos mismos y el conocer lo que les gusta y lo que les
gusta menos, por eso doy las gracias a todos, siempre el tiempo es el momento
mejor invertido en lo que sentimos que es lo que nos hace encontrarnos en la
felicidad que somos.
Pero
sigo viendo el papel relleno de líneas, le doy la vuelta y me parece otro,
camino por cada una de las líneas que se cruzan y veo ángulos y diferencias,
similitudes en donde creo haber pasado dos veces, en los trazos más largos y
más cortos que desaparecen al salirse del papel, en las pequeñas curvas que en
algunos momento he podido hacer, en los saltos desde donde quería decirme algo
y descubrir que un pensamientos había atrapado mi mano, mi momento, para volver
de nuevo a dejar los ojos quietos, los párpados abiertos y desnudos frente a ese
color del lápiz, frente a los dibujos que seguramente quería hacer la mente, la
ansiedad por terminarlo y la ansiedad por seguir dibujando, la rabia por no
poder continuar al salirme del papel y la gracia por haber rellenado este lado
que aparece más coloreado por ese solitario gris que completa todo el blanco
inicial.
Pero
son ahora los últimos momentos en que puedo terminar algo que no tenía ni idea
iba a convertirse en un despertar, pues despertar es realmente entrar dentro de
uno mismo, hablarse en el silencio de las palabras no escritas y dejar que el
sentimiento y ese ser que nos ama desde dentro pueda salir y saludarnos desde
su lugar para decirnos que está ahí, que siempre está con cada uno de nosotros
y que en algún momento de nuestra existencia se hará sentir para abrazarnos por
todo esto que ahora mismo agradezco y os agradezco a todos vuestra mirada y
vuestro silencio.
Un abrazo con corazón…….
MIGUEL JOSE CARBAJOSA GÓMEZ
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