Es
amor la palabra, es cariño la caricia, es tranquilidad la mirada, es fuego el
pensamiento, es un beso una emoción, es un paréntesis encontrar un espacio que
deje fuera los pensamientos, es un Camino que nos lleva al interior de la
tierra, a ese interior que brilla en la oscuridad y contiene lo que somos, lo
que venimos desde otro lugar o espacio para desligarnos de un amor
incondicional y comenzar a pasear por las emociones que escuchamos, que
aprendemos, que nos llegan para empezar una encarnación, un nacimiento como
embrión en el cuerpo que después será nuestro Ángel en este lugar que llamamos
Tierra.
La
primera célula es el origen, el desarrollo de todo un espectáculo imposible de
reconocer, estamos dentro de un abrazo eterno, de una mirada que nos protege y
nos acoge, un vientre que se condiciona para habitarlo tranquilamente, en la
pausa que antecede a la salida a estos caminos que nos esperan, algo
maravilloso creado por lo que cada uno sienta en estos momentos, una creación
de la que todos los seres humanos formamos parte, en la que cada semilla
compone un precioso Universo en este bello y paradisíaco planeta de una galaxia
que nos desarrolla en los mismos patrones de su imagen.
Cierro
los ojos y comienzo a entrar en la oscuridad de los sentidos, sentidos que nos
protegen y nos sirven para experimentar muchísimas aventuras, vamos colocando
sin la paciencia de un adulto y con la impaciencia de un niño las emociones sin
entenderlas, solamente las acogemos y las dejamos marchar, lloran y ríen
cambiando el patrón en segundos, en milésimas de tiempo que aprendimos desde
que salimos del inexplicable lugar de embarazo, de ese templo que nuestro Ángel
nos acaricia cada mañana, cada tarde, cada noche, cada vez que nos movemos,
cada vez que escuchamos su voz.
Aquí
la llamamos madre, una mujer que entiende llegado su momento, que su biología
está preparada para la reproducción de estas especia humana, del amor tan
maravilloso que nos hace comenzar esta aventura de haber llegado de no se sabe
dónde, de no se sabe por qué, de no entender nada de lo que nuestra alma no
puede acordarse.
Hablaba
de emociones y mi recuerdo se retrotrae a ese Ángel que es mi madre, que fue la
mujer que junto a mi padre hicieron una escultura a imagen y semejanza de
ellos, un pequeño ser que llegó en una ciudad grande, en un pequeño hospital en
el que comenzaba mi primer llanto, mi primer aprendizaje de que un cuerpo me
había sido regalado para asentar el alma, el espíritu que no encontramos como
órgano bajo nuestra piel pero que sentimos cada vez que los sentidos nos hacen
ver que afuera están los demás, pero que dentro hay algo que nos mueve, que nos
da la vida, que nos hace respirar, que nos hace amar.
Amor
es el lenguaje que imagino contiene el Universo, el lugar desde el que nos
hacen comprender que todo ese conjunto de estrellas, galaxias, y demás
maravillas que vemos por las fotografías que hemos recibido y guardado en el
disco duro del recuerdo, del pensamiento que nos pasea lentamente por la
imaginación, por muchas habilidades que contienen el repertorio de la vida, del
vivir y habitar en todo momento este maravilloso cuerpo al que le doy las
gracias a cada momento por el trabajo innegable que construye y destruye
células que son el ejército y la sanidad de nuestro hogar.
Gracias
por todo, no tengo quejas de nada………………..
MIGUEL JOSE CARBAJOSA GÓMEZ
|