Esta noche no voy a meditar, no voy a consumir los ejercicios ni tampoco voy a sentarme en el suelo, mi pies quedan despiertos escuchando la música que mi corazón está tarareando, puedo descubrir todo debajo del suelo, de la tierra que me sujeta y me regala su espacio, de un viento que deja el calor de sus caricias, de ese perfume que aparece en este mismo instante descubriendo que de nuevo estás a mi lado, has vuelto de donde te marchaste para volver a quedarte unos segundos alrededor de mi cuerpo.
Eres vida, eres Sol, eres el círculo que rodea y el presente que aparece en cada segundo, eres tiempo cuando recorres la distancia imaginaria y un nuevo día que alumbra la oscuridad de la noche, eres pasado y futuro a la vez, la ola que llega hasta mis pies, la sal que salpica la ensalada, la miel que llevan en sus patas las abejas, la roca que resiste la fuerza de los mares, la sonrisa que destapa un niño, el sabor de un saludo cuando apareces después de haberte marchado tan lejos.
Yo veo que no estás lejos, simplemente te has sentado a continuación de la vida, has logrado dejar la enfermedad en la tierra y saludar el viento en las nubes, coger las cosas que no tiene forma y buscar en el fondo de las almas aquello que todos llevamos de serie, no es que seamos unos modelos fabricados en serie, es que venimos del mismo infinito, estamos destinados a completar las despedidas y las llegadas masivas, los duelos y los cumpleaños, los fuegos y los sueños en los que podemos viajar sin equipaje y con compañeros desconocidos, pues realmente esos compañeros son tú mismo, tu espejo en la noche y tu despertar en la mañana.
Caminas por senderos que parecen hacerte volar cuando tu cabeza descansa en la almohada, es un juego que nos dejaron dentro para encenderse después con el cansancio, con ese anochecer que nos hace sentarnos en la cama para dejarnos caer en los brazos de un adiós, de un hasta mañana y añadir tu nombre, esa palabra que te acompaña de día por los pasillos y los senderos en los que sigues encontrando un alma que se unió en el ciclo de la vida.
Me siento en el amanecer de este momento, veo la luz que somos aunque no pueda encender el alma después de volar, veo en la escucha de tu silencio el mensaje que grabaste dormido, espero la redondez de los pensamientos cuando despierto de entre las sábanas, cuando mis pies deciden salir de un lugar donde mi cuerpo estuvo preparando la siguiente aventura, esa persona que seguramente ha estado jugando a la carrera con nosotros y que ahora en el siguiente apartado aparece de verdad para poder contarle el sueño.
Sí, sí, es que el sueño eres tú, somos nosotros, son ellos los que han paseado juntos, los que no han podido llegar al límite ni los que han paseado por lujosos escenarios, los que han conocido el saber de palabras imposibles de escribir y los que han dibujado espectaculares amigos, sesiones de pánico cuando te despiertas sobresaltado, colores que se derriten en el calor de tus manos, señales que se cruzan en vértigos diferentes como si todo se cayera, como si se destruyera lo que realmente se está construyendo en las horas que estamos arropados por las sábanas que tantas cosas saben de nosotros.
Es ahora en este amanecer del momento presente donde me despierto para descansar en mis brazos, para redondear estas palabras y jugar al escondite detrás de la almohada, una ventana que cierra los ojos para acompañarnos en los estampados que la tela deja con las señales al levantarnos de cada despedida. Buenos sueños y gracias por todo, no tengo quejas de nada.
MIGUEL JOSE CARBAJOSA GÓMEZ
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