Te necesitaba.
En estos momentos en que se han cerrado los paseos por el parque, las miradas de quienes cruzaban mi vida, los susurros de quien me abrazaba en el silencio, momentos que parece una película de ficción donde todos vuelan dentro de unos muros, mirando los pequeños cuadros de sus pasillos, las ventanas por donde respirar en las mañanas que te dejan sentado frente al televisor, y siento que te necesitaba.
Has aterrizado en forma de virus transportado por quién o quiénes serán siempre esos desconocidos que viven junto a nosotros, en lugares tan lejanos que al poco tiempo conectan con el despertar de una humanidad que no entiende sentirse tan expectante por la forma en cómo la vida nos ha transportado a un boletín de noticias prolongado en el tiempo y en el espacio, desde un continente a otro sin la piedad de esperar un tiempo de espera, solamente cruzando fronteras para descubrir nuestros mejores y peores pensamientos.
Es la hora en que seguimos escuchando el sonido de las sirenas, de los hombres y mujeres que siguen siendo los salvadores enfundados los que pueden en los pasillos y unidades de cuidado intensivo esperando el turno de quiénes no entienden nada, solo que se ahogan y la temperatura les deja con lágrimas de no creer que son partes de un rompecabezas, piezas que componen un todo, que todos los seres humanos vienen del mismo lugar y nos desperdigamos por aquello del lugar y el tiempo.
Veo como los gobiernos se desplantan con la prisa, muchos no saben cómo hacerlo, otros se pelean como las familias que viven en el pequeño salón todos los días, usando esas palabras que luego desaparecen por las paredes, las miradas de los que no comprenden la importancia que supone saber que no somos importantes ni imprescindibles, sino que somos todos lo mismo, personas que han venido a este mundo a compartir la humanidad, el ayudarse los unos con los otros sin necesidad de rencores, color de piel, ni siquiera extraños que vienen a importunarnos.
Este momento es histórico, como otros pasados donde cambió la estructura de algunas pautas, para descubrir que la tierra se ha cansado de nuestro comportamiento y su naturaleza ha dicho basta, hay que llegar a ellos de otra manera y que no sigan con unos comportamientos que no hacen más que empeorar su vida y la de quiénes conviven en este mismo escenario, hora de abrir las ventanas y tirar por ellas lo que guardamos de tanto consumir, de tanto guardar en los armarios, de intentar ser mejores que los otros, pues de eso trata la humanidad, de confraternizar, de amarnos sobre todas las cosas y de dejar respirar al planeta en su simple viaje por el Universo.
Si nos ven los que se van desde ese cielo en el que paramos antes de llegar al otro lado, seguro que entienden lo importante que es este ciclo que comienza este año, un ciclo que nos abre la puerta de una nueva era en la que seguir consiguiendo aquello para lo que nos encontramos al llegar, eso que se habla mucho del amor incondicional entre guerras sin piedad, desplazados a los que se les impide llegar al otro lado, niños y mujeres explotadas por mafias descontroladas, gobiernos de unos pocos que no paran de dañar a esos muchos que se sienten desfavorecidos, democracias que se desaparecen, drogas y armas que solo sirven para destruir esta Atlántida que habíamos conseguido con tanto desarrollo, ¿para qué?
Seguro que para volver a empezar de nuevo........yo me apunto y tiro todo aquello que ya no me sirve y me oscurece el horizonte que cada día comienza a nacer.
Gracias a todos y a todas desde vuestro piso o habitación en la que encontráis ese consuelo de seguir vivos, de ver cómo vuestro cuerpo es el mayor tesoro que hemos recibido de esta encarnación para vivir y respirar en el silencio de toda una humanidad, del Universo que nos escucha y acompaña.
Miguel José Carbajosa Gómez
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