No sé qué
hago delante de este folio, de un espacio en blanco desde donde poder conseguir
pasar los próximos cinco minutos de esta vida tan maravillosa que me regala el
nuevo día, algo imposible de poder percibir si mis ojos estuvieran cerrados y
mi corazón no bombeara sangre, por eso quiero deciros gracias, agradecer tantos
momentos desde los que he podido escribir sin sentirme aturdido, expresar todos
los motivos que me han llevado a llegar a muchas personas, a diferentes países
y continentes en los que algunos seguís dedicando parte de vuestro tiempo a
leer estas palabras.
Hoy es el
aquí y ahora de mi vida, de este presente como regalo de vivir, de un aliento
de vida que me penetra lentamente para hacerme sentir, escuchar, hablar y
cantar, esperar y todo ello entre las letras que componen el teclado,
justamente es el momento de expresar lo que aún no quiere salir de mis manos,
asique en la soledad de mi camino puedo dejaros la confianza plena en la vida,
en el buda que me hace escribir, respirar, escuchar.......y así poder encontrar
el silencio desde el que puedo expresarme sin necesidad de abrir puertas ni
ventanas.
Es un
momento especial pues un gran cambio se está produciendo sin saber como van
llegando a mí la verdad, los pensamientos que inician poder ver sin esa
necesidad de sentarme despierto a los detalles que expresan nuevos conceptos, a
ver el universo desde el centro de mi ser, desde el centro de mi cuerpo en el
que sigue encendida la flecha de la vida, así que es la hora en donde puedo
descansar de tantos pensamientos paseando por mi mente, de tantas soluciones a problemas
que no existen, de tantos diálogos imposible de poder ponerles término, de las
imágenes que me hacen navegar por este mar inmenso que se repite durante días y
noches.
En la
vigila junto a la luna puedo escuchar un silencio que me completa, se que algo
a mi alrededor revolotea con unas alas transparentes, con unos diálogos sin voz
ni sonido, con unas palabras que no se componen de sílabas, sino de unos
instantes en que puedo dejarme llevar por el viento que sacude la habitación,
por las rendijas de un calendario repleto de días y de meses, de una camisa que
habitó mi cuerpo hace unas horas y desde la que puedo salir a este universo
cargado de vitalidad, de fuerza y todo lo imposible por descubrir.
No tengo
ganas de escribir más, de posicionar el cursor para que todo quede bien, para
que los reglones entiendan que han dejado un pensar difícil para este momento,
este instante en que coincido con el sueño que me busca por todos los rincones
de la casa en la que siento dejaros con mis dedos.
Miguel José Carbajosa Gómez
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