Noviembre del 2017
MI DESPERTAR - 30.11.2017
Cuando las palabras no encuentran la salida se produce un
silencio, unas manos que no pueden descubrir por qué los poros de la piel no
dejan salir el sentir de unos momentos que pasean por los pensamientos, ese día
a día que sabe encontrar por la mirada los discursos que viajan más rápidos que
cualquier pájaro al salir a volar por las alturas, mirando todo lo que sucede
en esa tierra desde la que llegamos a encontrar en las sílabas que aparecen y
desaparecen rápidamente de nuestra mente.
Descuelgo el teléfono y encuentro una voz que me habla, alguien
desde algún lugar quiere conectar para descubrir una conversación, unos
pensamientos que han tenido su función antes de esa palabra, una escucha que se
produce desde el silencio de mis labios, un tono que llega hasta algún lugar
del cerebro para comunicarnos entre personas, socialmente dejar que todo se
haga con la escucha, eso que muchas veces no entendemos y dejamos a un lado
para seguir con nuestros problemas o con nuestros sentimientos.
Es fácil mirar a todos los lados cuando andamos por las aceras,
cuando caminamos por entre los árboles alineados o en círculo que parecen estar
con un lenguaje diferente, pues se que los bosques son aglomeraciones de seres
vivos, de hojas que salen de unas ramas que encienden la vida, esa vida que
recogen de la tierra, una sabia que sube y baja dejando su fuerza, su alimento
en todos los lugares por los que penetra, esas arterias que distribuyen toda la
energía de un ser tan robusto como un árbol.
Plantados en los prados aparecen las plantas, esas que colorean
los paisajes, los encuentros a través de un Sol que se pasea todos los días por
los mismos parajes, esa estampa que dejamos en nuestra retina para descubrir
que la naturaleza es parte nuestra, que somos naturaleza también, que todos
somos uno con el otro, que realmente el aliento de la vida se manifiesta en
todo momento, cuando vemos como en lugares secos aparecen también tallos y
flores que siguen su crecimiento y desarrollo.
Son los niños los que inundan el espacio, todos en nuestro
interior llevamos uno, niños y niñas que se reúnen en los cientos de imágenes
para seguir descubriendo el mundo, esas estrellas que brillan en la oscuridad,
esas nubes que caminan despacio y por debajo otras que pasan deprisa, cada una
de diferente color, de un olor que no llega hasta nuestro olfato pero que su
humedad nos atrapa y en algunos momentos nos deja empapados.
Los caminos siguen abiertos, no hay tiempo para encontrarlos,
tampoco hay diferentes tipos sino realmente espacios que nos alejan del pasado
y nos intentan conectar con el futuro, pues el camino es la vida, el momento
del ahora en el que encontramos todas las cosas que nos siguen rodeando, que
aparecen y desaparecen, que nos hacen escuchar su música y su silencio, sus
palabras de diferentes tamaños y significados, las lenguas que se distribuyen
por todos los valles alrededor de sus montañas.
Es la hora de nunca terminar, ese instante en que se queda seca
la garganta, en donde es imposible poner ni siguiera una simple coma, ni
tampoco dejar abierta el párrafo que es el lugar desde el que se compone todo
un texto, una hoja en blanco que estaba disfrazada dentro del ordenador, y que
ahora aparece rellena de colores para que los dibujantes de sueños, de palabras
y de sentimientos puedan acariciarlas y descubrir el sonido de la comunicación.
Miguel
José Carbajosa Gómez
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Publicado por MIGUEL JOSE el 30 de Noviembre, 2017, 13:11
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REFLEXIONES - 24.11.2017
Hablar,
descubrir en las palabras el lugar donde acomodar la conciencia, ese soplo
divino que abre la puerta a un aliento de vida que nos completa, nos hace vivir
y alumbrar los caminos que en la sombra del presente puede dejarnos en la
unidad que todos sentimos al nacer, al llegar hasta este lugar para continuar
esa obra de quien nos descubrió.
Miguel José Carbajosa Gómez
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Publicado por MIGUEL JOSE el 24 de Noviembre, 2017, 9:38
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MI DESPERTAR - 7.11.2017
Cada vez que desciendo hasta los noventa y cinco centímetros de
altura encuentro un mundo diferente del que todos los días puedo disfrutar,
solamente ver la distancia que me separa de muchos objetos que ahora parecen
diferentes, no los puedo ver por encima sino solamente la silueta que desde
abajo aparece, los cajones de los armarios me superan por encima de mi cabeza
siendo inalcanzable con mis manos los últimos que casi desaparecen de la
mirada.
Miro de frente a los perros y gatos que pasean por las calles, por
las aceras donde dejan su olor para que otros iguales puedan entender su
mensaje, no les hace falta palabras, entienden que tienen un lenguaje distinto,
veo los edificios enormes que se elevan hasta un cielo que aparece un metro más
alto que en los días y noches eleva mi altura, pues he querido agacharme a
comprobar el mundo de los pequeños, de los niños que corren por las aceras
detrás de ese presente que es la vida en este momento.
Es maravilloso ponerse a su altura y hablar con ellos, ver como su
mirada no tiene porque elevarse a una altura que en este momento no entienden,
solo pasean sus ojos por lo que a su cabeza gira todo un universo diferente,
pues viven en un mundo de mayores, comprenden que a su tamaño haya servicios en
los colegios, sillas en los restaurantes, puertas en algunos comercios por
donde pueden pasar casi dando con su cabecita con la parte superior, casitas
que se cuelan en sus patios y hogares para entender que el mundo tiene su
propia altura.
A los noventa y cinco centímetros da más miedo cuando el perro o el
gato se acerca, digamos que estamos casi a la misma altura, que no son tan
pequeños en ese momento y que además los olores puedan manifestarse de otra
manera, es el mundo que recorren antes de crecer a nuestra distancia, pues
durante años van sintiendo que los muebles de sus habitaciones e incluso las
casas pueden parecer mucho más grandes.
Es un sentimiento que aún recuerdo en la casa de mi tía, al volver
muchos años después, pues recordaba aquellas paredes, la cocina inmensa y el
salón muy grande, para descubrir que solamente sesenta metros cuadrados
completaban toda la vivienda, así es como puedo razonar todos aquellos momentos
en que tenía esos centímetros y ahora vuelvo a recordarlo paseando en la misma
posición, aunque mis piernas no tengan la movilidad que cuando me levanto.
Miro todo mi alrededor y podría fotografiarlo para encontrar el
sentimiento que muchos chiquillos puedan tener en algunos momentos, imaginamos
cuando hay mucha gente caminando por las calles y solo puedas ver piernas sin
encontrar los colores de los castillos que parecen muchos comercios,
encontrando de vez en cuando otros de su altura mirándolos e intentando
acercarse a ellos.
Es toda una experiencia que aún no puedo completar con más palabras,
seguramente es desde el sentimiento desde donde puedo seguir mirando,
escuchando los sonidos que muchas veces me parecen lejanos, es como llegar a un
mundo de gigantes, de seres que todo lo que se construye es para mí muy alto,
grande y que en muchos de los casos solo entienden aquellos que me llevan de la
mano, esos universos en los que se convierten los padres y las madres al vivir
la maravilla de sus hijos.
Miguel José Carbajosa Gómez
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Publicado por MIGUEL JOSE el 7 de Noviembre, 2017, 19:32
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MI DESPERTAR - 6.11.2017
Me pierdo saboreando tu cuerpo, dejando
que mis manos puedan jugar por toda tu piel, que los sentidos se coloquen uno
detrás del otro para recorrer los kilómetros de una inmensa capa que protege
todo lo que contienes, son estos momentos desde los que puedo definirte,
colocar unas palabras sobre la portada de tu mirada, de unas piernas que juegan
en la música lenta que hace despertar tus pensamientos, tus colores en una cara
que dibuja la felicidad de sentirte bien, tranquila.
Son encuentros en los que abrimos la
ventana, pues tus manos también colaboran para que el cierre pueda dejar de
mostrar la oscuridad de la habitación, somos compañeros en este viaje por las
estrellas de tu cielo, de una estancia que descubres después de mirarme a los
ojos con todo tu cariño, un masaje que siento desde los pies hasta la cabeza
entre el murmullo de tus labios, una canción que dejas salir desde la oscuridad
de tu mente.
Abre la puerta de tu felicidad para
descubrir que es toda tuya, que encuentras una felicidad parecida en mis
cabellos, en esta forma que ahora mismo se siente a tu lado, muy cerca de esas
palabras que aún no han amanecido en tu boca, que tu garganta todavía no ha
mirado el tiempo de dejarlas sonar, de que todo lo que paseaba por tu mente
pueda rellenar este corazón en blanco de una hoja que acabo de escribir.
Porque se escribe sobre los sueños,
dejando que todos puedan mirar a través de estos párrafos, de esperar a que te
sientes después de asomarte por la ventana y acariciar esas nubes que pasearon
juntas por delante de tus ojos, después de respirar el aire que esperaba no
hace mucho detrás de los cristales para entrar por el tesoro de tu cuerpo y dar
esa vida con un aliento de los cielos, de los mundos que aparecen todos los días
juntos y separados.
Eres este mundo que has creado, creadora
de todo lo que puedes tocar, de todo lo que escuchas, de todo lo que puedes
recoger con tus ojos, de aquello que penetra por todos tus poros para
transformarlo en un amor que deja tu rostro al descubierto, que coloca la
sensación en todos los mensajes que vas copiando para guardarlos dentro del
lugar donde habita tu tesoro, de el interior que encuentro cuando no sé lo que
busco, cuando hablas sin necesidad de colocar más palabras de todos los pensamientos
que vas dejando volar.
Miguel José Carbajosa Gómez
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Publicado por MIGUEL JOSE el 6 de Noviembre, 2017, 11:07
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MI DESPERTAR - 2.11.2017
Siento
como mis manos se acercaban por tu espalda, la energía brotaba por ambos lados,
unas pieles que encontraban el silencio, los labios miraban desde la distancia
una forma especial de encontrar el pequeño milagro, como cuando enciendes una
luz dentro de la oscuridad sin entender porqué estás dentro, sin esperar que
los segundos sigan corriendo uno tras el otro, por esto puedo componer este
bodegón de palabras.
Subo
y bajo de cada una de las norias por las que me muevo, el subir hacia las nubes
me eleva por encima de mi camino, al bajar de las estrellas miro el horizonte
que se expande por los lados de mis ojos, esos recorridos que encuentro debajo
de las alfombras por las que pisaron muchos de los supervivientes de las
muertes ajenas.
Te
descubres sin mirarte a ningún espejo, vuelves tus pasos hacia la estación
desde la que pudiste ver la imagen que tantas veces soñabas, una almohada que
te indica los colores dibujados en tu imaginación, en los trazos que buscaban
aquellas palabras que tus pensamientos no podían encontrar, no llegaban en el
momento oportuno para hablar en vez de callar tantas veces.
Es
un momento histórico el segundo que acaba de pasearse por el reloj, por las
horas que lleva despierto este nuevo día que nos ha llegado, este tiempo que
ahora sigue delante de las personas, envuelve a los pequeños animales que
corretean por la acera, el calor de un Sol que despierta a quienes duermen
tranquilamente después de una noche donde la luna iluminaba los campos, los
caminos desiertos de aquellos que fueron llegando con la madrugada.
Vuelvo
a escuchar tu espalda, tu piel suave bajo la blusa que transpira el sentir,
vuelve a encontrar el silencio que sabias escuchar por todos los poros que
manejan este sentimiento, llegar hasta el fondo de este momento para dejarte
llevar por un pequeño viento que nos acompaña después de mirar al infinito,
quizás finito para los dos que pudimos entender que todo esto no es más que
encontrar al otro, mirar al otro, sentir al otro.
Miguel José Carbajosa Gómez
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Publicado por MIGUEL JOSE el 2 de Noviembre, 2017, 13:22
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