Transpiro mis sentimientos a través de los
párrafos, unos silencios que hacen mis manos cuando empiezo a completar la energía que amanece en este pequeño
recuadro donde las letras se van alineando con una maestría que llega sin
escuchar los pensamientos.
Tengo los elementos necesarios para sujetar con
este cemento las ideas que caminan por los lugares donde las células
transportan los alimentos que la vida nutre por canales imposibles de poder
repetir en la historia, lagunas que llegan hasta el momento presente por los
detalles que algunos se empecinan en destruir.
El pensar por las noches donde la oscuridad
enciende la memoria llegan aquellos recuerdos que me hacen pasar muchos de los
ríos que traspasan las fronteras de los valles por donde discurre el agua de
los mares, esas tormentas en la que la oscuridad puede componer músicas de
diferentes tonos.
Estamos perdidos en este mundo en donde los
paisajes abren muchas de las ventanas que secuestran estados donde las
emociones pueden vivir, anidar dentro de pensamientos que pasean lentamente en
los silencios, entre las palabras que descomponen los dolores, entre las
esperas de nuevas aventuras por las que transitar los duelos.
Quiero verte entre las teclas de este piano
durante la melodía que escucho, los acordes que descubren los monólogos de una
ausencia que camina por estos desiertos en donde la arena oculta las paradas de
un autobús lleno de mensajes, de unas escuchas por donde la voz quiere llegar
hasta nuestro lado y abrir de nuevo la mirada.
Unos ojos que pudieron encontrar la luz, esa
luz que ahora ilumina los recortes que se pierden con el viento por los
montones de pausas en las que tus frases llegan hasta el rincón más alejado del
corazón, desde la punta de los pies hasta lo más alto de la cabeza, desde las
venas hasta las arterias con una sangre circulando en todas las direcciones que
la vida puede combinar.
Miguel José Carbajosa
Gómez
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