Octubre del 2015
MI DESPERTAR - 26.10.2015
Tenemos dentro un reloj que
atrasamos o adelantamos según la fecha que nos dicta el momento, ese instante
en que visualizamos la hora que el Sol cuando aparece nos deja en la imagen que
nos sigue por todos los rincones, así ese reloj funciona todo el tiempo que
pasamos dentro de cada uno de los viajes que realizamos en estos futuros que
van comenzando en los próximos vientos, en muchas de los temporales que las
aguas del mar acarician toda la costa con bravía exagerada.
Desde ese reloj funcionamos en
las escarpadas llanuras por las que recorren sus caminos autores que deslizan
sus pies entre las ranuras escritas que yacen por todos los rincones de una
tierra que surge de las piedras que se esconden bajo el suelo, de muchos
sonidos en los que lloramos dentro de cada pensamiento, reímos en los reinos
que vamos conquistando, en los plagios que hacemos de muchas miradas para soñar
tranquilamente en la orilla de unas agua salinas que llegan hasta nuestros pies
y se marchan de nuevo con arena entre sus manos.
Unas manos que aparecen siempre
por delante de cada humedad, de los tiempos en los que partimos la vida, esa
vida que marca sucesivamente las fechas en que parar nuestra aventura y
recordar el pasado que sigue estancado dentro del mismo barro, del fango en que
se convierte la propia arena al recibir la lluvia desde el cielo, al mojar la
sencillez de su composición, del laberinto que surge entre el barro y el agua
al fundirse sin llegar a mirarse.
Llego hasta aquí sin la razón
que espera en un principio distinto, sabe que seguiré con ella las líneas que
ahora dibujo sin su calor, sin esperar a que venga a conseguir leer rápidamente
lo que el corazón deja salir, deja que se copie detrás de los muchos asteriscos
que suceden a una lectura pausada sin entender que debajo de cada palabra hay
un significado oculto, una sopa de letras que confunde en la mesa con platos
diferentes escritos con bolígrafo.
Aquí comienzan los bostezos, la
boca impide que nada pueda detener el esfuerzo de estirarse ante la monotonía
de tus palabras, de tus adjetivos que consiguen esconder al propio nombre, al
predicado que sigue en su sitio esperando comulgar con todas las partes de esta
oración que se transmite por internet, aunque miramos todavía las oraciones que
seguían estando guardadas en todas las iglesias a las que nos dejaban acudir,
ellas entraban en la historia que puedo mirar al estrechar el pensamiento y
descubrir que tenía imagen, muy borrosa en este momento, pero donde sigue
despierto la conciencia de vivir.
Querrás que te hable y no puedo
con palabras, tampoco con los mismos gestos que haces cuando me escribes,
cuando susurras tus momentos después de haber degustado la habitación, las
sábanas que recubrían el espacio que tu cuerpo ocupará para descansar, para
enredarse en esos paños desde los que descubrir un nuevo mundo, una historia
que será narrada por antiguos dueños, pero que nos hará ver con estos nuevos
ojos que la propia vida nos va regalando.
Gracias,
Miguel José
Carbajosa Gómez
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Publicado por Miguel José Carbajosa Gómez el 26 de Octubre, 2015, 18:21
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MI DESPERTAR - 23.10.2015
Como hablarte sin palabras desde unos labios
sellados, desde una garganta que me impide llegar hasta tu piel, en unas manos
que solo pueden escribirte en todo el contorno que tu cuerpo dibuja en la
sombra que el Sol custodia por las mañanas al llegar a cualquier punto desde el
que empiezas el día, un día en que todo se revuelve para que las aguas lleguen
cargadas de una arena que se fue desprendiendo al frotar la arena del camino de
vuelta al mar.
Entre las olas recuerdos que amanecen despiertos
vuelven a premiar tu figura entre todos los rincones que la arena me invita a
enterrarlos, sigo viendo las nubes que pasaron intentando alcanzarse en los
cielos, todas de diferentes colores, dando muestra de que su carga no saldría
hasta llegar a las montañas donde se reúnen tranquilas para empujar las
tormentas, esos calendarios que aparecen dentro de los diarios en la sección
del tiempo.
Tiempo necesitaba para poder descartar las palabras
que manejaría en la primera oportunidad que un encuentro me diera, en una
llamada que parece imposible llegue a mis oídos pues el miedo marca muchas
diferencias, hace que el estómago se revuelva y que los diarios asomen a la
ciudad para entender que pronto las fronteras caerán, las puertas que parecen
cerradas serán las luces que nuevamente harán que las frases puedan entrar
lentamente en esta mente que intenta guardar tantos milagros.
Tengo ganas de hacerlo, que no se la hora ni el
momento, puede que alguna mañana salga del miedo y pueda encontrarte al otro
lado, pues el futuro se va creando dentro de los miedos y las culpas por lo que
siento que derribados los muros puedo ver mucho más lejos, más allá de aquellas
palabras que dejabas en el aire de una reunión en la que pude conocer más el
alcance de tanto desamor, de tanto duelo que aún no se ha podido terminar.
Empezamos de nuevo, o mejor digo, seguimos con el dialogo
que empezamos al terminar las causas, aquellos momentos en que podía verte
después de unos años en la oscuridad de nuestras llamadas, en la antesala de
unos juicios que fueron la muralla que se construía sin tener en cuenta los
pensamientos que pasaban por aquellos pasillos, por los ascensores que nos
custodiaban lejos de una perdida terraza.
Te espero siempre,
Miguel José Carbajosa
Gómez
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Publicado por Miguel José Carbajosa Gómez el 23 de Octubre, 2015, 10:49
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MI DESPERTAR - 22.10.2015
Salió el Sol
entre nubes y cambiaron los colores de las tormentas, todas pasadas en los
humedales que han rebosado entre canales y puertos, dentro de un mismo
escenario que este teatro convierte con escenas llenas de palabras, de
ocasiones para dejar el sello personal de cada ego, de cada viviente que pasea
por sus tablas para decorar un paisaje que ahora sucede con gotas entre las
flores dejando un arco iris lleno de intensidad.
Tenía un
semblante diferente cuando los segundos dieron por terminada la sesión, detrás
de una puerta que no sabía defender su custodia pude verte, así como veía
llegar las tormentas antes de que el nuevo Sol brillara, era la hora dictada
para llegar hasta el final, o quizás sea el principio, un principio de
principios desde el que no hay salida sino llegada, pues así defino el cúmulo
de experiencias que mi vida pasa en cada personalidad de un ego principiante.
Sabemos por
ser humanos que la sangre es un principal componente para que nuestro cuerpo
pueda vivir, digamos que la vida pueda transportarse tranquilamente hasta
llegar al fondo de las células, no es que sea un manual de medicina sino esos
momentos en que llegando hasta el telón de las paredes de unas venas que dejan
salir y entrar por sus movimientos unas células que aparecen en este paraje
lleno de silencio.
Es la hora de
llegar hasta tu puerta y encender el día, ese espectáculo que habita entre
nuestras mentes, que el cerebro guarda en imágenes y que después surge en la
pantalla debajo de los ojos, unos ojos que hablan mucho más que cualquier
lenguaje, así me acerco tranquilamente hasta tu paseo y sigo en tus pasos la
mirada que calcula el amor que dibujas en esas huellas que tus pies humedecen.
Te quiero, son
las dos palabras que me hacen seguir hablando con mi Ser, experiencia que no
puedo definir porque con tantas oraciones dejadas entre paréntesis me es
imposible poder adecuar el lenguaje que entre los dos tuvimos sin necesidad de
verle con los sentidos, incluso sintiendo mi propio cuerpo no podía enmarcarlo
en ningún color de cuadro ni de imagen, así es como nos conocemos y podemos
encontrarnos desde la claridad de una conciencia que se dispara sin forma ni tiempo.
Miguel José Carbajosa Gómez
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Publicado por Miguel José Carbajosa Gómez el 22 de Octubre, 2015, 17:07
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MI DESPERTAR - 19.10.2015
Sales de mi corazón por la puerta que siempre encuentras abierta, decides llegar hasta el umbral de la habitación para saber en que lío estabas enredada, así puedo verte en este momento haciendo unas maletas que no trajiste, un vestido que no llevabas al llamar a mis pensamientos ni tampoco esa mirada que ahora dejas caer para llamar una atención que no quiero darte.
Eres penetrante como el aire fresco en la piel, parpadeas antes de que tus labios puedan hablar, esos labios que pasean tranquilamente por las personas que degustas y puedes encontrar en las mismas direcciones, una agenta que tienes muchas veces apretada para calmar tu soledad, esa espera que aguantas hasta no poder mirarla en el espejo.
Dejas caer tu rostro en la mesa invitando a tus comensales imaginarios a sentarse en unas sillas sin caras, en unos respaldos que dejaste colorear para escuchar tan bellas palabras por los elogios, un calor que pasea por tu sangre hasta llegar a las células, las mismas que llamas cuando agitas tus manos para llegar hasta la oración que palabreas por las mañanas.
Duermo de tu lado en cada memoria, sientes que la almohada nos acompaña en muchos de los debates, que te acaloras cuando la razón intentas que caiga de tu lado, sin pensar en que muchas veces la tienes, pero no sabes mantenerla por la poca estima que profundizas en actuaciones donde dejas ese aliento que pasea por tus pupilas, ojos que van de un lado al otro para pasear por debajo de los abrazos.
Sabía que había llegado el momento para poder escribirte, aunque muchas veces puedo dejar que los pensamientos desarrollen en un escrito las palabras que navegan por las cabeceras de las olas, por encima de unas nubes que llegan de noche y marchan de día, alentadas por esta pasión que sale al paso de aquella tarea despejada.
Decirte hasta siempre es lo mejor que puede ser, que tiene que llevarse en los tornados que aparecen en el interior de una angustia, ahora que te has ido después de un bonito abrazo, para descansar de tanto trabajo que acumulas al ordenarte guardián de millones de secretos escritos en tus carpetas y cerradas con la misma goma que empujas cada día para abrir esa esencia que nutre tu vida.
Miguel José Carbajosa Gómez
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Publicado por Miguel José Carbajosa Gómez el 19 de Octubre, 2015, 13:10
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MI DESPERTAR - 16.10.2015
Aquella vez que salía de las profundidades entre sílabas entreabiertas, dentro de conjunciones que no paraban de vocalizarse en tu garganta, subiendo entre las gotas que el sudor de tu piel producía en el primer instante, siguiendo la marcha hasta que el sentido se agotaba para encubrir aquellos momentos en que pudimos vernos dentro de una misma esfera, una materia que engloba toda la energía que funciona entre la materia.
Sabes que tus palabras abren de par en par las puertas que cerraban tus brazos, esos dedos que aparecen al final de cada una de mis intenciones, de esa mirada que tu mente escruta lentamente sin tener claro que pueda llegar hasta tu cintura, solo esperas que la respiración no cierre los labios por donde esperas poderme llamar, poder gritar en la pasión de un escenario en el que las cortinas no tienen su sitio preferido.
Me pierdo en la abstracción de los pensamientos, en el barullo que producen las mismas apariciones en la sombra, el sol que ilumina por partes las zonas en que tu cuerpo comienza a desarrollar la emoción, la risa que se alumbra entre las personas que aparecen y desaparecen por las paredes ocultas, detrás de unos armarios que fueron empujados para sujetar las hermosas paredes que hacen de una casa el refugio de muchos caminantes.
Quieres que te lo explica pero el problema es que yo tampoco lo entiendo, quizás por emplear aquellos grafismos en los que unos primitivos pintaban las paredes de las cuevas, esas donde dormían tranquilamente entre frío y el calor de las piedras, en lo más hondo de las montañas, en las cercanías que los ríos envolvían la sangre que circulaba de la misma forma que puede girar dentro de tu cuerpo.
Puedo esperarte pero justamente decido no hacerlo, seguro que son esas pasiones las que me hacen encender la pasión que junto a tu silencio hace llegar a salir de las profundidades empleando la misma técnica que al principio, algo que se aprende en la adolescencia mirando alrededor, descubriendo en los laureles que salen de la tierra delicada para respirar el mismo aire que ahora las van endureciendo.
Traspaso la frontera hasta el fondo de la mansión, casas que descubren la familia, la escuela, los salones y bancos que aparecen en películas imaginarias, en sesiones continuas donde la butaca descubre una oscuridad para nuestros ojos, largas esperas detrás de las palomitas que siguen cayendo hasta los pies de quien nos acompaña, ahora que de nuevo puedo seguirte sin que me enciendas con tu linterna.
Dime si has entendido estas palabras del desorden, ese caos que se produce cuando menos esperas que tus renglones puedan unirse libremente, unas palabras que se van turnando para aparecer sin sentido en un sentido que la mente va liberando, dejando sueltas para unirlas al mismo universo donde se esparcen, donde conocen nuevos anchos y alargados caminos por los que seguir divagando tranquilamente hasta esta muerte de final de párrafo.
Miguel José Carbajosa Gómez
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Publicado por Miguel José Carbajosa Gómez el 16 de Octubre, 2015, 13:07
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