MI DESPERTAR - 20.4.2015
Me
encuentro en familia, mis padres miran como enciendo las manos delante de la
pantalla, entre sus rostros encuentro un joven que nació del amor, sería
imposible poder nacer sin esa maravillosa crema, un joven que estaba en una
playa junto al mar donde cada día puedo escuchar mi propia canción, unos
acordes bailando entre las olas de los mares que me escuchan cada amanecer.
Hace
dos días les presentaba la nueva joya de la corona, la inesperada hace unos
años, que ahora corona la fiesta del día, una nueva en esta familia que creía
perdida, esa familia a la que todos los días les pido perdón por haberme creado
una imagen diferente, por sentir algo que mi mente creaba a escondidas.
De
los escondites fueron saliendo los dolores, las angustias que me bañaban en aquella
sangre que se licuaba para ver como agua por unas venas que ahora siguen
agradeciendo aquella semilla, aquellos abrazos que siento todavía después de
verlos partir hacia la profundidad de las estrellas, de charlar cada noche con
ellos en las risas que de joven podía volver a escuchar.
Todo
da vueltas a mi alrededor cuando siento que estoy cambiando en la fuerza de la
confianza, en la fe de saber que el camino va naciendo poco a poco, en ver los
resultados sin escuchar el corazón, el mostrarme tal y como soy sin necesidad
de esconderme detrás de diferentes caretas, aunque siempre tenemos un momento
en que tener que colocarnos una para seguir siendo la personalidad que muchas
veces nos protege.
Tú
que me estás leyendo se que confías en que todo esto son las palabras de la
experiencia, quizás no hayas sido padre todavía, seguramente tienes un proyecto
de vida diferente, en este momento incluso no te apetezca leer estos párrafos,
puede que estás demasiado contento o demasiado triste, o que simplemente tienes
que hacerlo por algún otro motivo, pero si que sabes que todos al final cabemos
por el mismo orificio, que salimos a esta experiencia después de haberla estado
escuchando en la tripita de tu mami.
Esa
mami que todos los días estuvo a tus pies, que siempre te esperaba despierta
cuando llegabas a casa, que un día te dio un pequeño beso que nunca olvidarás,
que realmente puede que esa madre no sabía educarte como tú creías debía
hacerlo, que te engañabas pensando que la madre de tu amigo era una mejor madre,
que encontrabas cómo tu padre te pegaba viendo al padre de tu amiga de otra
manera.
Pero
no podemos engañarnos, ellos lo han hecho conforme a sus reglas, aquello que
les enseñaron de pequeños, eso que aprendiste de forma automática y que sigues
dibujando todos los días a pesar de mirarte al espejo y no reconocerte, esa
rabia que ante los gritos no puede reaccionar y se descontrola pasivamente ante
estos ojos que ahora abren un nuevo silencio.
Miguel José Carbajosa Gómez
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Publicado por Miguel José Carbajosa Gómez el 20 de Abril, 2015, 9:04
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