No se cuando llegarás hasta mis labios, espero que sea pronto pero entiendo que el proceso es maravilloso, te siento muchas veces sin que tus manos lleguen a tocar las mías, te pongo cara y algún dato me hace descubrir que eres preciosa, sigo sentado entre las palabras para poder darte las gracias por estar aquí, entre nosotros, por esperar esa chispa que haga una luz inmensa y comienzes de nuevo a viajar con este tiempo.
No se de qué época vienes, ni tan siquiera cual es el propósito que te hace volver, se que es difícil poder escribir estar palabras pues muchos no entienden que esto sea un juego, ni tan siquiera puedo ver que así lo sea, pero encuentro en esa oscuridad que hay algo que me resuena y quizás sea aquél recuerdo del lugar del que procedes y al que los demás volveremos.
Tus cuerdas son preciosa, pero no se tú música, entiendo que nos dejarás esa semilla que traes en tu corazón y que hará florecer el jardín que nos rodea, el lugar que has elegido para desarrollar lo que nadie sabe, lo que la vida en su máxima expresión contiene, para seguir en este mundo con los quehaceres que nos conceden un tiempo que se mide en los pulsos de nuestros ritmos.
Ya se que no me puedes ver, pero la energía es diferente, cuando dejamos los sentidos nos adentramos en un lugar imposible de poder relatar, es donde nos encontramos todos, donde llegamos a mirar con el alma que hace de llave de arranque para funcionar, aunque en realidad es el alimento que nos contiene, la esencia misma que vuelve de nuevo a seguir aprendiendo y a desccubrir porqué tiene que volver a empezar.
Morir y nacer son los contenidos que nos llevan y nos traen, seguramente nos quedamos en un limbo que nos vuelve a contener del amor que esa luz emite, esos decibelios que nuestros sentidos hacen imposible llegar a ellos, incluso los que creen ver algo diferente cuando se quedan fuera de sus cuerpos, pueden volver a contarlo con las mentes que nos sitúan en este plano.
Yo quiero darte las gracias, así como encontrarme con ese maravlloso amor incondicional puro que traes, con esa piel que de nuevo vuelve a recubrirte y a enseñarme la vida desde tu mirada, con los ojitos que se van abriendo lentamente para entrar de nuevo en el juego, en los abrazos, en los caminos que nos abren y cierran las emociones, las miradas de quiénes ejercemos de guardas durante el tiempo preciso para que salgas como nosotros al exterior.
Es un regalo tan maravilloso que con estas palabras descubro cómo entre ellas se huele ese maravilloso amor que llevas, que guardas para el gran dia que hará de tí una nueva en la misma especie, que dejarás el nido para volvar hasta las alturas imposibles de ver y caerás hasta la profundidad que los mares tienen guardado entre sus agua saladas.
Un beso, corazón......
Miguel José Carbajosa Gómez
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