MI DESPERTAR - 22.3.2015
Cuando descubres la manzana que sigue delante de tus manos, encuentras un momento de tu vida, un simple momento en el que te paras a pensar en ella, en las personas que han hecho posible que esté delante tuya, los que sembraron la tierra, los que abonaron de noche y día esperando que el fruto pudiera tener el mejor lugar donde crecer, los que las recogieron del árbol, los que las vendieron y compraron, los que las transportaron y aquellos que la vendieron en el mercado.
Cuantas personas para una sola manzana, cuantos movimientos desde que fue semilla hasta germinar en un árbol, desde que el árbol comenzó a sacar el producto y con el esfuerzo de aquellos que no vemos haber llegado a conseguir que nuestro cuerpo pueda alimentarse, puede tener un momento a solas para mirar la manzana y agradecer el camino y a los caminantes que fueron los que ayudaron a crear esta escena.
Todo parece que llega en una cadena y somos partes de esa cadena, pues el proceso continúa después de comerla y así es como el mundo se va construyendo en sociedad, en lugares donde las casas crean calles, las calles van dibujando ciudades y las ciudades conforman los países, esos países en donde se sostiene un lenguaje, muchas veces diferente a los del país de al lado, y así construimos un mundo, una sociedad más grande que llega a colocarnos dentro de una maquinaria para sobrevivir.
El milagro de la vida se extiende mucho más allá, pues solo he hablado de una parte de la cadena, un lugar pequeño que sigue mucho más constantemente, donde los hombres y mujeres siguen construyendo con sus equivocaciones y aciertos el mundo de los que después llegarán para dar más ideas y seguir construyendo dentro del mapa de una inteligencia que no somos capaces de descubrir, o sí, quizás no miramos con los ojos del alma, pero lo importante es descubrir los ojos del corazón que nos abre las puertas para llegar al siguiente paso, como si caminar por un pasillo sin final en el que las puertas abiertas nos hacen descubrirnos.
Descubrir es encontrar algo desconocido, quizás miramos al cielo y no entendemos que una figura que no hemos visto nunca puede ser algo diferente de vida, quizás viendo varias veces la forma podamos llegar a escuchar los sonidos que el universo nos acerca cada noche con la Luna callejeando entre las estrellas, justo encima de un silencio que nos acerca mucho más al sentimiento sin el pensamiento.
Miguel José Carbajosa Gómez
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Publicado por Miguel José Carbajosa Gómez el 22 de Marzo, 2015, 0:18
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