Cómo recuerdo sus palabras, la voz fuerte que imponía en las conversaciones enmarcada en mis oídos después de varios años en que todo se va diluyendo en el cerebro, esa silueta que recuerdo al ver los fotogramas que me ha dejado impresos para el resto de mi vida, un lugar donde respiraba seguridad que me transmitía en aquellos años en que no sabía cual sería mi norte, ni tampoco donde encontrar el sur y los este y oeste, los años en que la adolescencia te va preparando para afrontar otra etapa que puedes descubrir sin entender pero dentro de la misma realidad.
Un hombre maravilloso que seguro se equivocaba, tenía sus motivos para actuar como lo hacía, sabiendo que en el fondo de su corazón había mucho cariño, muchos momentos que vivió con toda su fuerza, aún sigo estremeciéndome cuando abro su corazón de papel, aquellas palabras para la mujer de su vida que siguen con la misma intensidad, el ingenio de colocar todo aquello en el lugar preferido del corazón que después siguió a su lado durante toda su vida, durante el tiempo que siguieron juntos después de muchos fracasos y alegrías.
Esos componentes que todos disfrutamos y que llevamos dentro en la grabación de seguir sus pasos, un padre maravilloso que me educó como sabía, incluso mejorando la enseñanza que su padre le dejo marcada, porque sentía lo que hacía y en muchos lugares parecía equivocarse, pero no me importa porque yo he elegido vivir lo que ahora siento, sin dejarme arrastrar por su misma imagen, sabiendo que hacía lo correcto aunque ahora no tenga nada que ver con lo que pensaba en aquellos tiempos.
Quería darte las gracias por todo tu esfuerzo, por esa vida dedicada a tus hijos y a tus vivencias, porque muchos te podrían llamar egoísta, pero yo siento que hacías lo que sabías, lo que habías aprendido después de haber caminado por aventuras tan dispares, por haber vivido la guerra que dividió a los españoles, por contármela con tu pasión en las charlas en las que me quedaba alucinado de tu fuerza y de lo que tus nietos aprendían en aquella mirada que rescataba después de habernos dejado.
Y es que se que no te has ido, solo te ha separado una distancia imposible de ver con nuestros sentidos, solo estás entre nuestros corazónes, dentro del amor que un hijo profesa a su padre después de ver a sus hijos y de darse cuenta que todos nos equivocamos con muy buena intención, que nos dejamos llegar por las calles del no repetir los errores y transitamos por las avenidas de seguir equivicándonos, pero con ese amor que llevamos dentro y que agradecemos a nuestros ancestros por ser los primeros en llegar a experimentar el error y el seguir adelante.
Felicidades papa, por todo lo que me has dado, incluso aquello que no me ha gustado, porque todo me ha servido para ser la persona que soy hoy en día y así poder continuar el camino que todos los días me va llamando y protegiendo como lo hizo contigo y con todos los que son de tu misma especie, padres y abuelos en los que registrar el amor puro, esas lágrimas que recorren mis ojos en estos párrafos como regalo que seguro estarás leyendo en estos momentos.
Te quiero y lo sabes.....
Miguel Jose Carbajosa Gómez.
|