La playa estaba vacía con un cielo cargado de nubes por las que el Sol aparecía lentamente, el viento hacía que nos cambiaramos de mesa y así ver las olas empequeñecer la arena que se humedecía en la mañana que este día nos regala, como un cuadro desde el que poder tocar la orilla salada en un mar que nacía entre estas palabras que aparecieron junto a tu piel.
Una piel que llego a tocar cada noche antes de dormirme, una piel que me espera en la comida para sentir que a tu lado puedo disfrutar de una rica sobremesa, una piel que siempre me duerme tranquilamente mirandome sin esperar a que mis manos te busquen, sabes que es una espera que no tiene tiempo pues mis dedos te buscan cuando no me esperas, cuando me dejas de buscar y vuelves a tu rutina, estos dedos que ahora te escriben porque te quiero.
Solo por eso, querer es reconocer muchas cosas de una vida que decidimos compartir, de ver como tu vientre sigue el proceso, como tus palabras se duermen cada vez que te encuentras a mi lado, cada vez que dejamos que la luz se marche y el silencio nos inunde totalmente, llene las alomahadas de un cielo azul donde se encienden las estrellas, donde las caricias nos alejan hacia los sueños que por la mañana volvermos a recordar riéndonos de nuestros abrazos antes de partir a donde nos esperan para continuar el espacio que dejamos vacío el día anterior.
Una playa que nace entre nosotros en lo alto de la montaña, en los viajes que nos abren la libertad de poder elegir el compañero de viaje, unas distancias que hemos ido acortando hasta dejarla en milímetros y que cuando nuestro amor nos invade en el silencio de nuestras palabras, nuestros cuerpos comienzan a desarrollar esa química que muchas veces nos inunda en una lejanía que encontramos el espacio en el que vivimos, la habitación que nos resguarda del frío y del calor en los momentos donde recordamos la primera noche que nos vimos juntos.
Es ahora cuando adelantamos un pequeños espacio para seguir disfrutando de nuestros planes, esos planos que están a punto de realizarse, los próximos planos que desarrollarán otros espacios, los proyectos que siguen en marcha a pesar de las lluvias y tempestades, pues los días de playa siguen siendo nuestra iluminación, los días de Sol nuestro guía y el amor el lenguaje que sabemos hab lar con la consciencia de entender que esto es lo que hemos ido creando sin esperar que las palabras nos hicieran perdernos en laberintos imposibles de poder descubrir.
Miguel José Carbajosa Gómez
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