MI DESPERTAR - 5.3.2015
Hace
un tiempo me daban miedo muchas aventuras, incluso algunas podían con mis
pensamientos en la relajación, dilataban las venas y hacían que la sangre se
desbordara entre los pulmones, el bazo y los riñones, caminaran sin rubor por
paredes inesperadas, alocadas en su formación que hacían de mi tristeza la imagen que
aparecía en mis fotos, en los relatos que inspiran estas palabras.
No
es que hayan dejado de existir, es que ya no son parte de mi oscuridad, no se
como he ido pasando la frontera pero si que tiene mucho que ver la fuerza que
va surgiendo de un lugar llamado presencia, ser consciente de mis pensamientos
y no sujetarme a ellos, dejarlos pasar y que no acaben sembrando semillas que
después me costará mucho poder sacarlas de mi pecho.
Digo
de mi pecho porque es donde el dolor comienza sin entender porqué la
enfermedad, esa mirada que nos hace débiles ante miradas que siguen dentro de
nuestra cabeza, que nos persiguen por los pasillos sin luz y atraviesan los
rincones de la casa en donde las bombillas no dejan circular su potencia, este
pecho que guarda aquellas palabras que han ido llenando la cajita de unas
experiencias a las que me sentía atado antes de buscar quién soy yo.
Al
menos cuando me pregunto quien soy yo, puedo responderme diciendo que soy el
que se da cuenta, el que puede alejarse de la escena y ver que hay algo que me
hace activar un recuerdo que me inunda de soledad, entonces veo que ese alguien
se aprovecha de mí, se intenta instalar a los mando de mi movimiento y de
contestar con palabras aprendidas, ese ser que se esconde de la expresión, que
se refugia en los no puedo y en los no soy capaz, en el victimismo que
transmito hacia fuera.
Entonces
se que algo ha cambiado, que saber quien soy yo comienza por descubrirme, por
hablarme en el silencio perdonando la actuación, los recursos que se mantienen
desde temprana edad para poder continuar viviendo en el mundo, pero sabiendo
que buscar es encontrar algo nuevo, algo que no existe en mis planes, en los
planos que guarda mi cerebro y podes reconstruirme de nuevo, volver a empezar
para seguir en el camino del desierto la gran enseñanza que continuamos durante
el resto de nuestras experiencias, agradeciendo al universo las lecciones que
van saliendo a la luz de las tinieblas.
Miguel José Carbajosa Gómez.
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Publicado por Miguel José Carbajosa Gómez el 5 de Marzo, 2015, 9:00
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