MI DESPERTAR - 4.3.2015
Escribo
en este instante porque la rabia me inunda y no quiero alimentarla ni tan
siquiera que circule por las venas en una sangre tan roja que pueda derretir la
funda que mi cuerpo conecta para que llegue al corazón y pueda dañar tan
maravillosa arquitectura, me siento tranquilo delante de la pantalla y comienzo
a dialogar en este cara a cara con el que es testigo de toda la acción.
Es
el ego el que parte de la misma premisa, me coloca alguien que no me gusta, un
conflicto que tengo sin resolver o una situación que me provoca inseguridad,
estrés y me lleva a desazonarme, a caer en las redes del pescador que está
atento a no perder la atención en el esfuerzo de engañarme, como si de un
manipulador dentro de su propio guión estableciendo los pasos necesarios para
que pique el anzuelo en un mar revuelto de tempestades.
Se
que todo esto está para aprenderlo y volver a mi estado original, ese amor que
me nutre, que me hace ver más allá de los sentidos, un silencio que surge de la
quietud, de esperar unos segundos a que los truenos desaparezcan y la lluvia
corra por las aceras desahogando las calles por las que hace unos segundos
golpeaba fuertemente, escucho ahora que mis manos van vaciando el contenido del
envase repleto, ver que los demás no tienen la culpa, cada uno es como es, las
situaciones se producen para que aprendamos a resolverlas con la atención
necesaria sabiendo que podemos hacerlo.
Por
eso necesitaba salir al mundo, a la vida y gritarlo con estas palabras, que
salga el fuego que se oculta detrás de la caldera de mi cuerpo, que la sangre
vuelva a vivir en el amor, en el sentir que todos estamos aquí para seguir un
camino en el que podamos volver de nuevo a encontrarnos, para descifrar sin
palabras, sin ataques hacia nosotros, sin pedirnos cuentas de todo aquello que
supone regañarnos, hacernos culpables de algo que está ahí y que siembra nuevas
flores.
Perderme
es lo mejor que puedo hacer después de un desencanto, al terminar de escucharme
enfadado y con los ojos rojos, de seguir un juego que sabemos nos envuelve en
la rutina y desde ahí comenzar de nuevo a despertar en la conciencia, en que
los miedos y la rabia, la culpa y el juicio no son mas que excusas que nos
llevan por caminos diferentes que en vez de atajar los destinos nos hacen dar
más vueltas mareando nuestro forma de ser en una noria constante que gira y
gira sin parar.
Gracias
por llegar hasta este final en una reflexión que escucha una inteligencia
inmensa entre la que podemos confiar sin tocarla, sin ponerle forma, pues la
forma está en el cuerpo, en el sentimiento y en la llegada de un nuevo día que
nos regala el universo para seguir disfrutando en este jardín de juegos.
Miguel José Carbajosa Gómez.
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Publicado por Miguel José Carbajosa Gómez el 4 de Marzo, 2015, 19:46
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