MI DESPERTAR - 13.8.2011
El cuerpo nos habla todos los días, a todas horas, con un idioma común, el dolor, el malestar, los mareos, el desequilibrio, y nos aleja de la realidad exterior para que volvamos a encontrar el lugar exacto desde el que poder comprobar que cuando tenemos un dolor de estómago, nos damos cuenta que tenemos estómago, que cuando nos mareamos entendemos que tenemos un sistema interno que nos hace estar en equilibrio.
El equilibrio es lo que nos hace madurar con pequeños logros, con pequeñas metas, en donde nos convertimos en el adulto que aparece cuando observamos los comportamientos, en la esencia que va saliendo con su luz, en la verdad que llevamos oculta donde nuestro dios espera pacientemente y con un amor infinito a que volvamos a casa, como el hijo pródigo.
Podemos hacer cualquier cosa cuando tenemos una firme convicción, cuando sentimos muy dentro lo que estamos experimentando, cuando vemos que nuestro cuerpo es la casa desde la que podemos explorar el amor, la tristeza, la soledad, la angustia, la felicidad, el entregarnos a los demás desde el amor hacia nosotros mismos.
Hoy es un día más en donde puedo agradecer a mi cuerpo, a los órganos que están realizando una función primordial en cada lugar de esta maravilla de máquina, en las células incansables de recorrer todos los caminos de lo que se convierte en vida, en la mirada que no tiene los ojos desde los que escondemos la propia existencia.
Estamos dentro del mismo tiempo, vivimos en el mismo espacio, navegamos en los mismos remolinos que nos hacen llegar a lugares diferentes, encendemos las mismas luces para iluminar diferencias que nos hacen entender que hemos llegado hasta aquí para volver de nuevo a nuestro hogar.
Dios es la esencia que enciende nuestro momento, la oscuridad es necesaria para poder escuchar lo que está esperando dentro de un lugar inaccesible a los sentidos, a los diferentes egos que se crean para que el trabajo de vivir en este mundo nos haga madurar en la esperanza de una fe ciega en el espíritu que hace que cada ser sea humano y divino.
Volver y volver a dar vueltas es comenzar a descubrir que la realidad es la que aparece al final de cada túnel, al final de las palabras, al final de una imaginación que no puede contener la inmensidad que guardamos en el baúl que nos acompaña al nacer de nuevo.
Miguel José
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Publicado por Miguel José el 13 de Agosto, 2011, 17:33
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