Tu falda es corta y es larga, tu blusa se ajusta y desajusta, tus labios envían mensajes a los receptores que impulsan la respuesta al dejar que la escucha contemple un espectáculo que aparece ante nuestras vidas, respetando la intimidad que acaricia el amor al descubrir el tramo de piel desnudo en el color de su aroma. Es el amor hacia las personas, el amor que se viste de camisa y pantalón bajo una barba corta en un peinado que completa la imagen del hombre que encuentra el sí mismo, de la mujer que encuentra la sí misma.
Encontramos la mirada en las personas que aparecen y desaparecen de nuestras vidas, de un paseo matinal bajo los rayos del Sol, de una noche entre sentimientos que caminan por las mismas calles en las que coincidimos perdidos por las aceras que impiden mezclarnos con los autos, para adentrarnos en la oscuridad de pensamientos que aparecen y desaparecen instantáneamente.
Son los sentidos los que nos acercan a otra mirada, los que completan el ciclo para dejarnos dar vueltas a nuestra propia mente y esperar que el resultado nos haga ser felices, como si pudiéramos enrollarnos en la persinana y subirnos o cerrarnos a nuestra voluntad, siempre desde el eje mente-ego.
Estoy vivo en el cuerpo que me encierra, entre los músculos que comprimen los órganos desde los cuales se manifesta el ciclo biológico, donde las células no caminan sino que construyen, donde los órganos no escuchan sino que transforman, donde la sangre no viaja, sino que alimenta.
Vida que continúa en la muerte, en dejar aquello que ya no necesitamos para subir hacia el viento que nos eleva por encima de aquellos infiernos que hemos creado durante la estancia en este primer acercamiento a lo que nuestros sentidos nos enfundan para practicar los enlaces, las direcciones, los sonidos, los sabores, los alientos.
Hoy es un día especial, en un importante lugar por el que podemos continuar con nosotros mismos, con el amor en desarrollo que practicamos desde dentro, en el lugar desde el que los enamorados, los que se enamoran de los demás, los que ya están enamorados de ellos mismos, los que esperan el amor de quiénes se acercan, los que llegan al amor que no habíamos entendido antes de llegar al silencio.
Miguel José
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