¿Sabes que pasa? ¡Que no te quieres!, pues eso, no te quieres porque para quererte debes conocer el no quererte. Todo un juego de palabras, pero así funcionamos, así nos contruímos desde que nos vemos en vertical sobre unos pies que nos sujetan para sentir que nos caemos y volvemos a levantarnos, tropezamos y seguimos adelante.
Cuantas imágenes han pasado por nuestra retina, cuantas veces nos quejamos de los demás, cuantos momentos nos encontramos sin esperar para llorar, cuantas alegrías dejamos atrás y no vemos en los momentos en que la inundación de los lacrimales estallan cual riada inesperada aparece al fondo de las nubes de aquella noche en que te dije adiós.
No pude mirar el rostro de mi anterior relación cuando me acompañaban las dos maletas que pesaban una eternidad entre mi caminar indiferente, entre aquella música que salía de los altavoces en el viaje a mi nueva casa, la casita de estos sueños que abren cada día la ventana para tomar el aire fresco que me inunde otra vez el despertar.
Y sigo más adelante, voy dejando a los lados la esperanza, los horóscopos, los amables comentarios de quiénes se sientan a mi lado y dejan sus palabras cerca de las mías, los destinos que aumentan mi ansiedad, los finales que no aparecen porque aún no ha llegado el pensamiento. Y sigo adelante para ver la luz, aquella luz que brillaba entre los miles de millones de luces que componíamos el universo, para encontrarme en este lugar oscuro.
Habitación que se compone de cuatro muros con dos aberturas por donde puedo penetrar en ella y asomarme al otro lado para contemplar a las hermanas que dejé en los vientos, cielo del universo oscuro y abierto para descifrar un código que escondí en lo profundo de un pasadizo que comienzo a ver en su dos primeros peldaños.
Bajar y bajar de los cielos para estrellarme en los suelos y volver de nuevo a subir, ascensor sin cables, grúa sin brazo, globo sin gas, luna sin cielo. Así me siento cada vez que la tecla suena en mi alma, cuando cierro los ojos y me siento a una nueva meditación para esperar el silencio, silencio que inunda todo mi cuerpo, cuerpo que encuentra a mi alma sentada a mi lado esperando en ese mucho tiempo de que se compone la eternidad de nuestro amor.
Me pierdo y os encontraré de nuevo mañana, o pasado, o quizás nunca, pues continúo mi caminar, mis pasos hacia el futuro que no existe, al futuro que voy construyendo al dejar estas semillas sueltas en este mar inmenso que es internet, internet que hace que los sonidos, que las lágrimas puedan llegar hasta el mismo centro de corazones que laten en pulsaciones de luz.
Volvemos a empezar, ¡como nó! de nuevo.
¿Sabes que pasa? ¡Que no te quieres!.........
Miguel José
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