Un clip perdido en la mesa junto a un paquete de pañuelos y un par de habicuelas componen un bodegón en la espera de una nueva llamada, el teléfono que me une tranquilamente a la parte exterior de este edificio que compone una mañana en el centro de la gran ciudad.
Salgo por la puerta para abrir los pulmones de par en par, encuentro la mirada de quien pasea por el gran jardín que se levanta a la altura de los edificio insignes, en el paseo que abre los tímpanos de un nuevo encuentro entre las líneas discontinuas dibujadas en el suelo para poder encontrar el destino que ahora vuelvo nuevamente a reencontrar.
El clip descansa de su expasión cuando varias hojas se escondieron bajo el tenso hierro, espera nuevamente ser utilizado en unir más informes que esperan su nacimiento en la bolsa de creatividad de este mismo encuentro con quiénes esperan recibir la contestación a su proceso en el que están inmersos a la espera de volver a empezar de nuevo.
Todo queda a la espera de que los detalles bajen por las escalas de una mirada que aleja de este mensajero las confidencias que luego aparecen dibujadas en las reuniones donde se decide el futuro que nos espera mañana, la notificación de la resolución que llega de la mano del tiempo, dejando resuelto la afirmación de nuestras peticiones.
He llegado a este lugar descubriendo aquella distancia, viendo como el tiempo me hace subir y bajar, como las emociones se adueñan de mi rostro para encerrarme dentro de una sonrisa en los llantos que puedo componer después de haberme mirada al espejo en quien reflejo la sinceridad que aparece en mis labios de decirte un te quiero después de haber probrado la angustia de no volverte a ver.
Apareces mucho en mis sueños, esperas escondida a que vuelva a cerrar mis ojos para dejarte ver nuevamente en el espíritu que encarnas, en las frases que me enciendes para que mi ego pueda encontrar la escusa necesaria para volver a odiarte, sabiendo que es un mensaje vacío, un mensaje que no quiero recibir porque no es para mí, es simplemente tu voluntad de querer atraparme nuevamente en la mentira de ser un manipulador dentro de esta esfera que es mi cuerpo de ser humano.
Miguel José
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