Me doy permiso para dejar de pensar en ser perfecto, perfección que me oprime dentro de una personalidad que encuentra en el rol social el lugar donde poder aplicar las reglas de una ley que sirve para alejarnos de la nueva tierra.
Cada vez que me doy cuenta de que no soy perfecto, de que abro la ventana cuando me viene en gana, cuando lavo mi cara al anochecer en vez de cuando me lo enseñan de pequeño, cada expriencia en donde puedo decir no y seguir caminando, en la llegada o partida de cualquier destino que nadie me impone por razón de mi sexo, de mi raza, de mi religión, asciendo un peldaño más en esta escalera que sube hasta el firmamento.
Ser libre supone llegar a comprender la responsabilidad que supone poder continuar mirando hacia el frente sabiendo que no puedo hacer las cosas como las hace cualquier otro caminante, que yo soy el único que puede construir su propia vida desde el centro de mi propio ser encontrando los silencios en el lugar que inicio mi propia decisión de ser.
Cuantas veces nos hacen interpretar los papeles a medida que vamos saliendo de las cadenas de montaje de unas escuelas donde nos van colocando el sello de salida al aprobar unos estudios que nos sirven para colocarnos al frente de nuevos horizontes, de asociarnos a una nueva mirada que estará presente en cada una de las representaciones que este artista debuta en cada escena.
Al final sucede que somos los que decidimos, si nos dejamos llevar es por que nosotros lo decidimos, si queremos marcharnos es porque decidimos, todo completa nuestra experiencia que nos eleva a la categoría que nuestros pensamientos alojan en cada casilla para después protagonizarlo en en papel principal de este nuevo sueño en donde puedo verme como un ser humano en su imperfección, en no llegar al espejo público que conforma la concienca social.
Hay que tener mucha fuerza para dejarse llevar por el río de la vida y pretender que estemos siempre a disposición de las miradas que exigen completar un cuerpo, una personalidad, una belleza, un canon al fin y al cabo necesario para continuar en la pasarela de una vida que al final nos hace llegar a la misma muerte para comenzar de nuevo a mirarnos en el catálogo de llegada de esta estación a donde todos nos vamos dirigiendo según completamos un camino diferente.
Miguel José
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