Un nuevo terremoto abre la puerta del infierno en las imágenes que me hacen ver la realidad de quiénes han perdido todo, de personas a las que se les ha derrumbado el mundo, su mundo de ciudad, su mundo de esperanza, su mundo en donde estaban pasando por esta vida en cualquier escenario que ahora ha saltado a primer plano.
Las calles cargadas de castotes de las casas que hacía minutos les servían para vivir, para disfrutar de un mundo feliz, para albergar los sueños que en un minuto han dejado escondidos tras las ruinas de lo que fue una ciudad, de lo que fue un lugar desde el que todos los días encendian su porpia luz que ahora no encuentran.
Es dificil entender que estas cosas pueden enseñar, son experiencias que llegan en cualquier momento para entregarnos dolor, para entregarnos a vivir lo que es mirar entre los que dejaron su cuerpo en la tierra que les ha sacudido para seguir viviendo en su ciclo de proseguir su propia existencia.
Es duro mirar alrededor y ver a tus hijos sin vida, los cuerpo de quiénes mas quieres sin la mirada esperando que su composición vuelva a la madre naturaleza para entregar aquello que un día nos regalaron, es imposible poder mirar hacia otro lado cuando todo te empapa y te empuja a un desastre que sucede en lugares concretos.
Son el devenir de la naturaleza, son escenas que se guardan en la retina para empezar de nuevo caminando sin aquellos que se bajaron en la parada anterior, son las huellas que te atrapan durante el resto de tu vida para adelantar en velocidad a quiénes guardan todo lo que tienen para más adelante, para quiénes quieren mas y mas para así poder tener el ritmo de su vida.
No hay crítica, solo compasión de aquellos que ahora no están seguros sobre la tierra, que no quieren pisar por donde les dejó muerte y dolor, pero es así como se va escribiendo la historia de los desastres que aparecen de vez en cuando y los actores de esas escenas que no podemos evitar salen de su camino para continuar en el explendor de la raza humana.
Mando mucho amor, ayuda en dinero, compasión por el dolor, meditación dirigida a poder completar mi granito de arena como compañero de vida, como humano que compone esta raza que se dirige por encima de este terreno que todos los días nos regala el planeta que tiembla de vez en cuando para poder continuar con su evolución.
Namaste.
Miguel José
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