Nuevas aventuras esperan a la puerta de mi camino, las hay de todos los colores, blancas como la nieve en grandes montañas, en valles inmensos, en ciudades y plazas donde viajan almas enfundadas en cuerpos que se mueven tranquilamente con un pie mientras levantan el otro, con una dirección que parecen esconder hasta que llegan al destino marcado en un tiempo que limitan desde su propia mirada.
Aventuras verdes en cada parque, en los prados que iluminan las postales que encierro en mi pequeña cámara para degustar en la tranquilidad de una música bailando con el té verde que aparece entre mis manos al reposar la comida, al digerir la cena, esperando de nuevo a colorear estos amores que pasean por mi mente en cada pensamiento.
El amarillo me empapa desde las puestas de Sol, en las playas de un mar que me acerca a un calor que irradia el sabor a sal de unas aguas que respiran con sus olas el silencio de las tormentas, el murmullo de la presencia guardada en las pequeñas partículas que completan la arena fina que se escapa entre los dedos cuando intento atraparla.
El rojo de mis aventuras me llega a traves de unas venas cargadas de vida, de sentimientos esperando aparecer por el gran reloj que hace trasvasar la sangre de un tono a otro para empapar a los pulmones de un aire que circula a gran velocidad entre los mensajes que las células se transpasan para integrar los espacios necesarios en un organismo vivo y completo que funciona sin libro de instrucciones.
El azul de mi aventura lo encuentro en el cielo que me protege de lo desconocido que circula por las alturas donde la atmósfera termina en un mar de silencio, encontrando un tapó que impide que pueda caer al abismo de un Universo infinito, un manto que acaricia suavemente mi piel sin entender que todo está dispuesto para emprender viajes más allá de lo que mi mente pueda conocer.
El rosa de las flores combina con el fusia y el violeta, con el arco iris que amanece en mis sueños, que atrapo en cualquier escena que se enciende al mirar al horizonte, al dejarme llevar por un mar que adoro en los diálogos que completamos cada vez que salimos juntos, sabiendo que en este camino todo está por llegar, todo es, y llega cuando el alumno está preparado.
Gracias por el viaje desde el fondo de un corazón que habla por sus dedos en la fina espesura de un manto de luz blanca encendida desde el fuego que el Universo contempla para no escuchar los tonos de esta música que me acompaña en este sincero despertar.
Miguel José
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