Buenos días tras la nevada que durante la noche ha dejado el manto blanco que despertó junto a este nuevo día, empezando la semana desde las bolas de nieve, los atascos de las grandes ciudades, el madrugón entre el frío y el silencio que inunda los parques escondidos bajo las gotas de agua heladas para enceder la luz de un nuevo Sol que intenta penetrar por la ancucha de unas nubes que siguen dirigiendo la inmensidad de los cielos.
Corre deprisa el tren atrapado por los raíles de acero para llegar al final de una estación donde espera un nuevo encuentro entre quiénes duermen en la distancia de un sentimiento, en la mirada de aquella chiquilla que ve pasar su infancia en la puerta de acceso a una nueva mirada que la encuentra cada vez mas actractiva debajo de aquella pequeña falda que se ilumina con la sonrisa de quien se acerca de nuevo.
Las dos manos cierran el instante detrás de un beso donde pudieron encender la pasión de haberse encontrado en el andén de aquellos pasos perdidos, entre las maletas de ruedas que compiten por llegar primeros al taxi que enciende los motores para dibujar un nuevo viaje por las calles donde abren sus puertas aquellos que han dormido despiertos para escuchar de nuevo a quiénes aparecen y desaparecen por sus horizontes.
Las nueve en punto y la estación vuelve a llenarse de quiénes han llegado de nuevo hasta el confín de unos árboles que duermen tranquilos en su vida distanta, en no esperar que el día amanezca ni que la noche les oscurezca, en una forma de vida distinta a horarios y calendarios, en unos ojos que no encontramos al mirarlos de frente ni de perfil, a quiénes encontramos vida entre las ramas que nos cubren el paseo de cualquier escenario donde dos personas se aman escribiendo en su vientre el corazón de un te quiero.
Comienza el baile en las ciudades, con las filas de quiénes abren de nuevo las tiendas, los bares y tabernas desde las que poder calentar un desayuno calentito para encontrar de nuevo la nieve bajo los pies, esperando que el nuevo día cante de nuevo la canción que nos entregaron al llegar a este lado del Universo para encontrar el camino que no nos haga resbalar desde nuestra maravillosa existencia.
Un beso y gracias colocan el final en este principio donde acabo de despertar en esta maravillosa semana de regalo en este mundo precioso. Gracias,
Miguel José
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