Dolor o experiencia, mirar y observar, encender e iluminar son precisamente los vocablos que aparecen en los pensamientos que cada mañana dan la bienvenida al nuevo día, la sensación de que nuestros ojos vuelven de nuevo a encontrar la misma figura al volante de cada cuerpo, en la dirección que tomamos cuando emprendemos un nuevo camino.
Cuando miro a mi alrededor me encuentro rodeado de seres maravillosos, figuras únicas de este cuadro que se representa en la obra de ser o no ser, en la obra que ilumina los teatros de esta vida donde nacemos para emprender el regreso, dejamos el color blanco de la luz para envolvernos en la oscuridad de donde llegamos a salir por nuestra cuenta.
Ahora empieza el primer día del resto de cada vida, las primeras horas donde miramos los relojes en la idea de contar las secuencias que encontramos en los libros que remiramos cuando llegamos a nuestra casa, al lugar donde no existen paredes, donde los techos son enormes, donde no hay pasillos sino inmensas praderas de un silencio que compartimos entre todos los seres de luz, seres que encienden el Universo en todo momento.
Me miras con unos ojos que no tienen párpados, me escuchas con los oídos del corazón, me sientes con las manos que no cuelgan de ningún brazo, me hueles en las rosas que aparecen junto a mi rostro, para endulzar un gusto tranquilo en este mismo instante del presente donde tu y yo nos encontramos en estas palabras para vernos sin conocernos.
Hace falta valor para llegar hasta este límite y pasarlo, hace falta voluntad para haber recorrido todos los obstáculos y sentir que estamos vivos, haca falta oscuridad para encontrar la luz detrás de cada prueba, hace falta amor para encontrarnos los seres humanos en la representación que nos entrega un papel diferente desde el que poder cambiar las actitudes que nos puedan llevar al caos.
Caos que es siempre el inicio de un nuevo orden, la buena nueva que nos eleva en el pensamiento que ahora volvemos a retomar para llegar cargados con la experiencia de habernos encontrado de nuevo en este plano de la realidad que todos conocemos cada minuto de sesenta segundos que se abre en la puerta que cada camino contiene abierta.
Gracias.
Miguel José
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