Nací en las estrellas de un cielo azul, dentro de la barriga de la gran Galaxia del Amor, en la Constelación del Infinito, visible desde todos los ángulos de un Universo que todos los días me saluda, que siento en mi gran corazón alojado en este cuerpo de humano que me prestó un amigo de quién aprendí acceder a la gran base de datos de este planeta llamado Tierra.
Cuando el Sol levanta por el horizonte los sonidos que me rodean cambian de color, un olor me despierta en cada flor que se estira para encontrarse con la maravilla de una naturaleza que se compone de todo lo que existe, de unos animalillos que caminan por lugares donde la vista no alcanza, donde el viento no ha llegado, en donde el sabor de unas gotas de agua refleja el espejo de quiénes están dentro del mismo ciclo de la vida.
A lo lejos hay caminantes, figuras que se mueven en distintas direcciones dejando caliente el lugar donde el sueño les atrapaba con los vídeos que se reproducían en una mente que se quedaba quieta, en un cerrar de unos ojos que ahora vuelven a recibir la misma luz que toda la vida regala sin esperar nada a cambio, sin las expectativas de encontrarnos en un día mejor.
Todos los momentos de este presente llegan y se van, dejan la sabiduría de haber llegado hasta aquí, de haber abierto cada regalo que nos coloca entre las piedras que adornan cada sendero, cada bosque encantado de recibirnos, encantado de entregarnos su experiencia, encantado en este cuerpo que colocamos en los paisajes que adornan cada mirada.
Soy ciudadano del mundo, del universo donde me pierdo buscando las estrellas en el desierto sin camello que he elegido para entrenarme nuevamente en el gran premio de un horizonte que me espera a cada jornada, a cada silencio, para emprender nuevamente la chispa que me introduce en la personalidad que eligo en los planos que se ruedan de la película de esta vida.
Me encuentro dentro de un rey, dentro de un mendigo, dentro de una flor, dentro de una mirada, dentro de un tigre, dentro de una hormiga, dentro de un volcán, dentro de la lluvia al caer desde un infinito que me expande lentamente hasta encontrar la verdadera forma que contengo en donde nací, de donde vengo, de la palabra de Dios, del mensaje nuevo ilimitado, del amor incondicional, de un nuevo despertar en este inmenso espectáculo que es vivir el regalo del maravilloso presente.
Namaste.
Miguel José
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