Julio del 2008
MI DESPERTAR - 31.7.2008
Hace un año se recolocaba mi vida, dentro de mi pecho el corazón que latía se potenciaba en aquellos descansos que podía obtener en las tierras alicantinas, en la costa que recibe las aguas del mar mediterráneo como gotas de tranquilidad, en aquellas melodías de placer dentro de un sendero tranquilo.
La herida cicatrizaba a pesar de algunos esfuerzos por aquellas risas que no podía contener dentro de aquel corsé que apretaba con fuerza en alguna noche de fiesta, y todo lo que había sido removido comenzaba a tranquilizarse en unas manos amigas que recubría los movimientos que aún quedaban por terminar aquella recuperación.
Salía cada mañana al portal de Internet a través del ordenador que gobernaba el salón, desde aquella vista de una calle repleta de vida, de ciudadanos que calculaban el tiempo de calor con el fresco de las noches que se rellenaban de petardos junto a las voces y risas que se escuchaban al final de aquel pasillo.
Dormía en el colchón que me dejaba el espacio suficiente para poder recolocar con esfuerzo el dolor que aún me recordaba la operación que terminaba con aquel antiguo tiempo, con aquellos momentos en que mi vida tenía un tiempo final.
Hoy recuerdo aquellas mañanas en que nos despedíamos tras un descanso entre un té y el bocadillo, entre aquellas miradas de unos seres que compartían aquellos menús que se disfrutaban antes de la siesta necesaria para recuperar los momentos difíciles que aún quedaban por completar.
La relación funcionaba, pero como el cuerpo, necesitaba de ajustes necesarios para poder comenzar a plantearnos el poder seguir en el camino que se abrió hacia un año, y eran los despertares la información que entregaba a quiénes recibían aquellos emails que llenaban sus correos.
Solo ha pasado un año de vida y lo veo lejos, es el tiempo que viaja despacio y lo entendemos deprisa, es aquellas mañanas en que su vida y la mía comenzaban el querer mirarnos dentro y esperar a que el tiempo fuera la sencillez de aquellos abrazos que prendían de los corazones que se comunicaban con aquellas sonrisas.
Faltan pocos días para completar los dos años, tiempo desde que nuestros rostros sintieran aquel laberinto, aquel lugar que nos unía en un destino que seguro habíamos determinado en otro lugar, en ese cielo que está junto a nosotros, en el lugar desde donde venimos y a donde nos marchamos.
Termina el mes de julio, seguro que muchos han terminado sus vacaciones y tienen todo un año por delante para esperar otro descanso, y para otros se inicia ese período tan deseado, empezando por la salida y llegada a su punto de ocio.
Solo queda dar las gracias a quiénes han participado de esta sencilla aventura, de los que escuchan mis palabras y de quiénes no las entienden, de quiénes disfrutan de unos minutos en aquellos encuentros los viernes y de quiénes disfrutamos en la radio y en las comidas o cenas que entre semana participan en la loca aventura de la vida.
El futuro es algo que lo creamos todos, no nos viene impuesto por ningún Dios, es el esfuerzo de muchos despertares en la pradera iluminada de unos pensamientos que nacen en la misma rutina de una vida que comienza a contemplar la visión de quiénes abren los ojos en vez de cerrarlos.
Namaste.
Miguel José
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Publicado por Miguel José el 31 de Julio, 2008, 8:26
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MI DESPERTAR - 30.7.2008
Entraba por un pequeño lugar bajando las escaleras, había unos armarios repletos de ofrendas que algunos peregrinos colgaron tras aquellos años en que su dolor no podía ser calmado con ningún cuerpo de Cristo.
Se olía la cera que ardía en el altar de un fondo en donde las imágenes que todos conocemos pueden impregnar el amor incondicional de un espíritu que se encendía en los candiles que mi propia sangre hacía brotar de un corazón en su propia atención consciente y amorosa.
Había pasado la hora de la merienda, el Sol caminaba hacia el fondo de aquel mar que coronaba como el océano de quienes nos perdíamos en las pequeñas escapadas que un ser humano llamado maestro nos dejaba imaginar con nuestros propios ojos.
Salían de aquella puerta los hombres de capa, aquellos monjes que veía en contadas ocasiones pasear a las horas en que la luna llamaba a la puerta de aquella montaña ya dormida en los cánticos que recibía de las estrellas que paseaban por los árboles de teñían de verde los prados que dejaba aquel valle inmenso.
Todos colocados sin numeras estábamos en los bancos de una iglesia silenciosa, de un cristo esperando la primera nota de un órgano cansado de tantos momentos de la intimidad de los pocos humanos que paseaban su Dios interior por las lápidas de piedra que aparecían a ambos lados.
El director de la orquesta hacía su entrada y todos los presentes nos poníamos en pie, en el respeto de un concierto que comenzaba con aquella voz que no barítono pero sí sentimiento hacían del momento de la misa un amor para con todos los que dejábamos llevar hacia esa mirada perdida.
Mis lágrimas llamaban a la puerta y las dejé entrar, quizás se apoderaron de un ego emocionado, de un instante que no controlaba bajo ninguna de mis propias experiencias, y no era dolor el que salía, no era rabia la que me gobernaba, no había odio, era amor, un fuerte olor a amor, un sabor impregnado en aquella esencia de flor que brotaba de mis adentros.
Tocaba a su fin la misa y había dejado correr el río de unos ojos que en la emoción de aquella tarde terminaba aquella pequeña historia que abría algo dentro de este camino de búsqueda, en el correr de estos años donde vivo lo que voy sintiendo siempre de la mano de mi maestro, de ese amado que me llama desde que dejé el útero materno en donde nos despedimos hasta estos momentos o quizás dentro de algún tiempo, ¡¡¡ya se verá!!!
Pero fue al día siguiente donde la experiencia fue aún mayor, me monté en mi propio caballo y dibujé el mismo escenario, tocaba el ego su cuerda para poner el tono de la misma forma de expresar, quizás para que volviera a ser el centro de atención de aquellos que sintieron mi propio relato.
Y se reveló mi despertar en no dar placet, en no dejar que me gobernaba, para no sacar la lluvia de estrellas que la tarde anterior hizo llover sobre un pequeño PENSAMIENTO, miraba y observaba como no puedo fiarme de quien lleva las riendas de mi caminar, andando sobre el filo delgado de la navaja.
Ahí llegó nuevamente la fuera del amor, quizás con más fe que la experiencia pasada, seguro que en la brillantez de la sagrada forma que el Espíritu Santo en forma de constancia, de seguir adelante dejara dentro de una corriente de un amor inmenso en la sagrada imagen de un hombre que siente al amado, a ese ser interior que le busca, dándole la mano desde aquella lúcida mañana de julio.
Termino en el final de no dejar que este ego, el ser que todos dejamos correr suelto desde que la niñez nos hace gravar todo aquello que ahora borramos, me pueda volverá meter en aquellos campos llenos de ortigas, dentro de los barros de una oscuridad en la que él sigue siendo el dueño.
Hoy, al menos, le he visto y entiendo que es el principio de un largo caminar en la soledad que necesito para adquirir ese proyecto tan importante que todos nos marcamos cuando dejamos el cuerpo de una madre que comienza con sus caricias a dejarnos llegar, el verdadero proyecto de madurez humana en donde el contenido y el continente se encuentran unidos en un todo, siempre claro en la gran diversidad humana que compone el género que domina la madre Tierra.
Miguel José
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Publicado por Miguel José el 30 de Julio, 2008, 8:20
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MI DESPERTAR - 29.7.2008
¿Y tú me preguntas de donde vengo?
Vengo de dar una vuelta con los ángeles subiendo la colina de un desierto,
Vengo del mar de escuchar las olas llamar a unas sirenas para salvar las vidas que se esconden en las pateras que al viento derriban en aquellos sueños que se empapan de nubes y claros y terminan en aquellos despertares junto una vida que no pueden comprender.
Vengo de aquella riada de hombres y mujeres perdidos en el desierto de las ciudades que iluminan las noches oscuras desde aquellas nubes que pasan en el silencio de aquellos mares de estrellas cabalgando en las dificultades que imponen los pensamientos.
Vengo del cielo, de esa estrella que ilumina cada noche tu mirada, de ese lugar donde el polvo es el oro que limpia los corazones que se abren como la luna de cualquier eclipse, de entre lo oscuro y lo claro, de la iluminación que compone un simple te quiero.
Vengo de cantar por los valles y praderas que soy libre, que escuché aquella palabra cuando más dolor apretaba mi alma, en aquellos años en que la oscuridad era el único camino que escuchaba a un entendimiento que me retorcía en noches sin dueño, en mercancía de aquellos señores que me hacían naufragar en el río de mi propia tristeza.
Vengo de escuchar a Dios, de sentarme un rato frente a la colina donde quedamos cada tarde para contemplar al Sol su despedida, desde donde nos damos un abrazo por entender que el silencio es la primera piedra que coloca la noche en nuestros sentidos para no dejarnos llevar por aquello que no comprendemos.
Vengo de esperar aquel autobús que nace a una hora que no existe para poder abrigar mi cuerpo y hacerlo volar por unas calles cerradas, para descargar el peso de un cuerpo que nada en aceptar todo aquello que le rodea para contemplar sus propios YOES.
Vengo de entender que todo lo que me contabas no era cierto, que la única verdad era tu mirada que reflejaba aquella agua estancada en la piscina de esos sueños que comienzan a crear la propia realidad de unos cuerpos que se estremecen cuando los labios abren la puerta de las caricias y las cajitas de besos que se esparcen por los pétalos de una piel dorada a nuestra propia luz.
Vengo a cerrar la ventana para no dejar escapar ese deseo que tenía cerrado en mi mente y que al dar las gracias se escapó por las paredes de esta habitación en busca de aquel cielo en donde poder hacer su propio nido sin esperar a que yo le bese antes de partir.
Vengo en un beso para cada labio que se abre después de escuchar estas palabras que sería bueno dejarais escapar entre los dedos de unas teclas que aprietan la equis de salir del programa, en un adiós sin que los ojos abran nada más que dejar latir el propio corazón y seguir respirando....
Miguel José
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Publicado por Miguel José el 29 de Julio, 2008, 9:02
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MI DESPERTAR - 28.7.2008
En San Juan de la Cruz podemos encontrar modos de sentir la realidad que nos conlleva en la espiritualidad de algunos de sus cantos, en poder abrir la iluminación de un alma sin necesitar a los sentidos ni tampoco al entendimiento, simplemente dejarnos llevar por el presente, por ese segundo que nos ha soplado el viento en nuestro alma.
.......Aquí se está llamando a las criaturas, y de esta agua se hartan, aunque a oscuras, porque es de noche......
Esta experiencia puedo describirla en un pequeño instante que recibí de una mañana de Sol, unos ciento veinte minutos sujetando una manguera, desde el otro lado miraba los grupos de macetas, aquellas esencias de colores, en donde el verde aumenta la sensación de criaturas vivientes, con esa mirada sin ojos, esa escucha sin esperar nada a cambio.
Con la fuerza que el agua brillaba en la lluvia que contenía aquellos chorros, moviendo de un lado a otro, rezando con esos millones de gotas que vaciaban el contenido de metros cúbicos, adoraban las hojas, haciendo revolotear unas flores que se reían en un murmullo de olor a un aroma llamado amor.
Eran ellas las que me habían llamado, como San Juan hablaba en aquellos tiempos desde su propia mirada en aquellos ciegos senderos que le hacían caminar hasta ese interior, hacia su propio Ser que le llamaba con un amor insistente y gratuito.
Todas estaban puestas a la mesa para el gran convite de agua, de aquel frescor que aumentaba el tamaño de unos corazones de raíz, de unos bulbos que guardan el contenido de los colores, en el arco iris de su corta vida, donde los minutos y los años hacen descubrir la grandeza que pueden adquirir simplemente con poco abono y su mucho agua.
Ellas están a oscuras como los seres humanos cuando caminamos por aquellos desiertos, cuando el anochecer nos invade en pleno día, o incluso en las depresiones que hacen terminar mucha fuerza de vivir, claro, sin darnos cuenta que la vida es todo aquello que no vemos, que no escuchamos, como el ruiseñor que habla todas las mañanas de su particular forma de encontrar su propia comida.
Aquí vivimos todos, incluso los que mueren de pena, o se dejan el amor en los carriles de deceleración de muchas relaciones que no comprenden, también vivimos todos bajo un Sol que no deja de dar su propio calor sin distinguir nada, además de poder caminar por esos campos en el anochecer de una espléndida luna llena.
Morimos cuando dejamos que la fecha de caducidad llegue a nuestro regazo, cuando el lugar donde un nuevo ser puede emanar de la esencia de unos padres que amanecen, los caducos, aquellos que se han puesto la fecha instalada en su propia mente, mueren y desaparecen.
Hay quien goza por que su momento les ha llegado, aquellos a quienes se les priva de llegar a ello desde una cama en la que han desgraciado unas piernas o brazos para adquirir una experiencia inmensa en los corazones de quienes compadecen situaciones que la propia ley no encaja en su igualdad.
Vivo cada minuto regando entre aquellos montículos de plantas, recibiendo el amor incondicional que mis manos devuelven en el giro constante que me produce un verdadero rubor, un estremecimiento de sentir la conexión de aquellos seres tan vivos como yo mismo.
Encajamos el engranaje del amor en la mirada que todos formamos un tierno encuentro, donde el alimento de un líquido que engrasa aquellas tuberías que llevan comida a las hojas que revolotean alrededor del chorro de agua limpia que inserta la arena de un abono completo en aquella pequeña maceta de un plástico caluroso que se estremece ante la fuerza de la vida.
Terminan mis manos de acariciar aquellos pedazos de islas verdes, lugares paradisíacos de una belleza interior en el Centro de Jardinería de una ciudad cualquiera, grandiosa por los espacios abiertos a los que un día comprendieron que en este camino lo importante es disfrutar de todo aquello que los días y las noches van dejando en una simple estrofa dejada hace unos siglos por un maestro que nos antecedió en el espíritu.
Todos podemos sentir aquel caminar entre las calles de flores, entre las avenidas de begoñas y hortensias, dentro de los aparcamientos que las petunias y las rosas, en las plazas donde se reúnen los crisantemos, compartiendo la mañana que muchos disfrutan en una playa cercana entre las olas de un mar que escucha los sonidos de todas las criaturas que se hartan de un agua.
Miguel José
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Publicado por Miguel José el 28 de Julio, 2008, 19:07
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MI DESPERTAR - 27.7.2008
Amor es el nombre de quien dirige su mirada con un simple hola, con esa belleza detrás de unos ojos que buscan aquello que no quiere encontrar, esos deseos que la inundan en aquellos momentos en que se desespera y no consigue enredar aquel ovillo que las madres hacían compartir a los muchachos cuando estudiaban o se encontraban en las veladas de unos años de antiguo.
En los años de moderno ya no se hacen los jerséis a mano, el Corte Inglés, las grandes cadenas comerciales que giran alrededor de esos almacenes que nos dejan más tiempo libre para encajarnos en el sillón frente a un televisor que dirige nuestros caminos, aquella noche con la protagonista que ganó la OT, o el Gran Hermano continuo que nos completa en aquellos cotilleos que son necesarios para poder avanzar en los caminos que algunos dirigen con los hilos e una seda que no conseguimos encontrar.
Todo es perfecto Amor, todo es maravilloso dentro de aquello que cada uno quiere vivir, no estoy haciendo crítica de nada, yo hace más de tres años me envolvía una final de la Copa de Europa con las viandas de una mesa rellena de la pasión de un gol que me hacía volar por encima de unos sillones repletos de la espuma que la cerveza rellenaba los huecos que quedaban libres en la borrachera de un campo de fútbol en la habitación que entrelazaba la cocina con la habitación de los sueños.
Hoy vivo parte de aquellos sueños que me hacían avanzar en aquello que no tenía ni idea de lo que podría ser, camino en aquellos caballos que pasaban rápidos por aquellas laderas que en la Sierra de Gredos vivían una libertad que no comprendía poder abrigar en el invierno y verano que ya no pasan vacíos, que me dejan unos días tras de otros sin pretender enmarcar dentro de una agenda.
No es que quiera ser libre es que ahora puedo vivir la libertad del Ser, no del tener, pues aquello me tenía enganchado a un nuevo televisor, a un coche más grande como el del vecino, a una semana más de sufrir interminables colas en los peajes de aquellas carreteras que impregnaban las vacaciones que debíamos digerir en la proximidad de un nuevo descanso.
Todo esto es, Amor, precisamente eso, Amor, pues tu nombre me dejó impresionado que alguien que se llama de esa manera no pueda ver su propia esencia, vamos como nos pasa a todos, pero es indiscutible tu propio orgullo para alcanzar, quizás después de muchos intentos, rellenar esa tripa con la semilla del verdadero Dios o Diosa que llevas dormida en tus venas, en aquellas arterias que expanden la sangre del rojo de tus labios, aquella piel blanca que deja impregnar los abrazos que descansan en aquellos que te vamos conociendo.
Eres un tormento de mujer en el furor de aquellas batallas que desprendes en las noches donde tu visión de la realidad que te acompaña deja incrustado dentro de tu ser el hombre que penetro en tu propia vida para dejarte ese sentimiento que respiro cada vez que compartimos una cena, o aquellos fuegos artificiales en la playa que nos dejaba llenos de colores aquellos momentos donde el gentío solo apoyaba la oscuridad que iluminaron unos hombres y quizás también mujeres en el trabajo de comprimir aquella pólvora que nos dejó con los ojos cerrados y la boca entreabierta en un gracias.
Gracias Amor por todo, a Antonio por el esfuerzo del espejo en donde su fuerza al final se vio compensada en aquellas birras en la piscina de unos sueños bajo la candente luna menguante que nos hicieron terminar un nuevo viernes de lujo en la profunda relación que unos seres humanos podemos compartir tras aquellas ensaladas y miradas que siempre, siempre terminan en la paz de nuestras propias miradas.
Amor, solo quería dejarte esta semilla para que algún día, tras el embarazo que el Dios que llevas dentro te hará disfrutar, puedas comprender que tienes que vivirlo todo, que cada uno debemos vivir aquello que se enmarca en la agenda de problemas, para que podamos quitar esa palabra de problemas y sustituirla por aquella de experiencia.
Libre y sana es la actitud de quienes podemos caminar dentro de todos, porque formamos un todo con todos y todos somos grandes en la individualidad que ayuda a comprender que una gota de agua en el océano es una gota, pero también es océano.
Namaste.
Miguel José
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Publicado por Miguel José el 27 de Julio, 2008, 10:50
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