Termina el mes de mayo con las nubes como protagonistas, las lluvias como descarga de aquellos manjares que el cielo premia a unas tierras secas, sedientas de un agua que revuelve todo el abono que han recogido durante la sequía que parece contener las esperanzas de quienes ven los charcos como algo tardío pero deseado.
Las miradas ven como se enjuagan aquellas avenidas llenas de polvo, el asfalto grasiento deja las pompas de un jabón que es la limpieza de todo aquello que día a día empapa los pulmones de quienes hoy respiran limpio, de unos seres que endulzan este agua con la comida en familia donde no hay miradas ni al Sol ni a la Luna.
También las estrellas duermen, están relajándose de tanta mirada, de esos reflejos que en la noche hacen al caminante recordar los puntos cardinales que le pueden llevar a ese camino que está por continuar, o por los sueños que caminan bajo una luna radiante en un cuarto menguante hacia su oscuridad para volver nuevamente a brillar en los ojos de quienes se pierden en su mirada.
Es la crisis la que nos hace descender hacia lo más bajo, dejarnos a oscuras de nosotros mismos, llegar al fondo del gran valle para comenzar de nuevo la luz, el brillo de lo que nos llena todo el cuerpo, esas lagunas que se convierten en vacío desde el cual volvemos nuevamente a nacer.
En la lluvia los pensamientos se humedecen y se hacen más elásticos, la mente espera a que el sonido de cada gota pulse los recuerdos de aquellas mañanas que junto a una madre o quizás tras los brazos de un padre, recordábamos los besos y caricias de esos momentos que nos recuerdan que hemos sido hijos, hoy día muchos somos padres, quizás en un mañana abuelos, pero siempre hombres o quizás mujeres que esperan los minutos para volver nuevamente a vivir.
Pero no hay que esperar a vivir, pues ya vivimos y esos minutos perdidos no se pueden recuperar, como las gotas que han dejado su huella en el charco no pueden volver a ser nuevamente gotas, pero han tenido la experiencia de caer desde lo mas alto para disfrutar de ese paisaje que ha sido su sincera experiencia.
Se acaba lo que llamamos primavera, ese mes de mayo florido en donde las flores vuelven a rellenar de colores los prados y montes, los balcones que muchos días amanecen en el trabajo de unas abejas que se disponen a llenar sus patitas para continuar el milagro de la vida, vivir, sentir, amar, oler, escuchar.......y dejar en cada una de nuestras patitas el mensaje de aquellos momentos en que nuestro nacimiento nos recordaba que comenzábamos a ser humanos con la piel de un ángel.
.........Felicidad.........deseo...........amor.
Miguel José