La comunicación es la base de todo tipo de relaciones, es la llave de cualquier aventura en nuestra vida, en este sencillo mundo de conocer y disfrutar de todo aquello que recibimos en forma de experiencia y que son los regalos más maravillosos nunca recibidos.
Los primeros momentos nos hacen acercarnos a la madre, ahí empieza la primera comunicación desde dentro, en el lugar en donde vamos formando el pequeño cuerpo que será el acontecimiento de la vida, el primer con su interior, su sentimiento.
De ahí salimos a un mundo exterior que hace la comunicación distinta, aprendemos todo tipo de herramientas para poder acercarnos a lo que deseamos, a los seres que nos protegen, los acontecimientos que nos dejan limpio y comido.
Continuamos en este mundo en la comunicación a través de los juegos, de las relaciones desde su mundo infantil, de sus primeros contactos con aquellos mundos que son demasiado importantes para su futuro posterior.
Y así continuamos guardando experiencias, conociendo toda clase de pensamientos que nos hacen llegar a las determinadas crisis, todas propias de los períodos de edad que reglamentariamente cumplimos y dependiendo de la formación académica, vamos de los cursos que la vida nos va dejando, podemos avanzar o retroceder a nuestro propio antojo.
Con esto no es que de un manual, pero sí nos puede recordar que en este mundo todo son comunicaciones, con los amigos, con la familia, con los compañeros de trabajo, con los vecinos, con aquellos que nos cruzamos en cualquier reunión, en cualquier pasillo, en cualquier medio de transporte, incluso aquellos que no conocemos pero nos resultan agradables en el instante en que llegan y se van.
La comunicación es la forma en que los seres humanos hemos construido el mundo, las ciudades, los países, internet, todo desde el sentimiento que el ser humano nunca ha de aislarse, bueno, sí puede hacerlo en esos momentos en que siente su voz interior, en que puede desconectar por un tiempo de aquello que muchas veces necesitamos.
Vivimos en un mundo de comunicación, pero hay que tener cuidado en no atraparnos en aquello que pueda intoxicar las mentes, en aquél preciso mandato de quienes pueden hacerse con el poder de dirigir a quiénes reciben aquellos mensajes que les puedan dejarse encerrar en jaulas cómodamente diseñadas, lugares preparados para poder amansar a las fieras.
Desde la libertad de quienes somos realmente, debemos estar en constante libre albedrío de poder elegir aquello que nos llegue directamente al corazón, eliminando ese spam tan desagradable que resulta de anuncios y bombardeos en forma de mensajes directamente a nuestra mente, para conseguir unificarnos en el amor universal, único lenguaje que cada uno puede interpretar sin necesidad de academias de idiomas.
Namaste.
Miguel José