Salgo por la mañana dando las gracias por poder vivir un nuevo día, por el desayuno que he podido tomar, por esa ducha que me ha despertado y limpiado un cuerpo que ha pasado una noche tranquila, por todos esos momentos en que he podido prepararme para una nueva experiencia, para un aprendizaje en este mundo.
Subo al coche, me pongo el cinturón, coloco el bolsito, introduzco la llave, se enciende la música, las luces vuelven a dar vida a esa oscuridad interior y comienzo a avanzar hacia la calle cuando siento una dureza en el volante, una rueda no está inflada.
El lunes pasado comenzaba con un enfado del microondas, hoy comienza con una rueda no inflada, una rueda que no puede hacer su trabajo. Son experiencias en las que hay que aprender muchas cosas. Esas situaciones que nos ocurren en el día a día y que no reparamos sobre lo que tenemos que reflexionar.
Nuestra mente nos muestra que tenemos un problema y que la solución es llevarlo al taller. No hace más que darnos vueltas toda la mañana en cómo se ha producido, si lo habrán hecho aposta, o si vaya problema, o un sinfín de probabilidades sin dejar de pensar en una mala suerte. Serían gestos e incluso algún golpe de rabia por no poder utilizar el vehículo, pero no ha sido así.
La enseñanza me dice que es otra experiencia, no me altero y aprendo que hoy tengo que cambiar o tengo que parar, algo hacemos muy deprisa y ese simple hecho enseña que debemos de interiorizar esos actos que hacemos mecánicamente sin pensar simplemente en lo que nos perdemos o en lo que no entendemos.
He vuelto a cerrar la puerta, y he caminado tranquilamente a tomar el autobús, he disfrutado de las personas que me he ido encontrando, he llegado al trabajo, he encendido el ordenador y me he puesto a disfrutar de un día más escribiendo estas líneas.
Gracias por un día más............
Miguel José
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