Mayo del 2008
MI DESPERTAR - 31.5.2008
Termina el mes de mayo con las nubes como protagonistas, las lluvias como descarga de aquellos manjares que el cielo premia a unas tierras secas, sedientas de un agua que revuelve todo el abono que han recogido durante la sequía que parece contener las esperanzas de quienes ven los charcos como algo tardío pero deseado.
Las miradas ven como se enjuagan aquellas avenidas llenas de polvo, el asfalto grasiento deja las pompas de un jabón que es la limpieza de todo aquello que día a día empapa los pulmones de quienes hoy respiran limpio, de unos seres que endulzan este agua con la comida en familia donde no hay miradas ni al Sol ni a la Luna.
También las estrellas duermen, están relajándose de tanta mirada, de esos reflejos que en la noche hacen al caminante recordar los puntos cardinales que le pueden llevar a ese camino que está por continuar, o por los sueños que caminan bajo una luna radiante en un cuarto menguante hacia su oscuridad para volver nuevamente a brillar en los ojos de quienes se pierden en su mirada.
Es la crisis la que nos hace descender hacia lo más bajo, dejarnos a oscuras de nosotros mismos, llegar al fondo del gran valle para comenzar de nuevo la luz, el brillo de lo que nos llena todo el cuerpo, esas lagunas que se convierten en vacío desde el cual volvemos nuevamente a nacer.
En la lluvia los pensamientos se humedecen y se hacen más elásticos, la mente espera a que el sonido de cada gota pulse los recuerdos de aquellas mañanas que junto a una madre o quizás tras los brazos de un padre, recordábamos los besos y caricias de esos momentos que nos recuerdan que hemos sido hijos, hoy día muchos somos padres, quizás en un mañana abuelos, pero siempre hombres o quizás mujeres que esperan los minutos para volver nuevamente a vivir.
Pero no hay que esperar a vivir, pues ya vivimos y esos minutos perdidos no se pueden recuperar, como las gotas que han dejado su huella en el charco no pueden volver a ser nuevamente gotas, pero han tenido la experiencia de caer desde lo mas alto para disfrutar de ese paisaje que ha sido su sincera experiencia.
Se acaba lo que llamamos primavera, ese mes de mayo florido en donde las flores vuelven a rellenar de colores los prados y montes, los balcones que muchos días amanecen en el trabajo de unas abejas que se disponen a llenar sus patitas para continuar el milagro de la vida, vivir, sentir, amar, oler, escuchar.......y dejar en cada una de nuestras patitas el mensaje de aquellos momentos en que nuestro nacimiento nos recordaba que comenzábamos a ser humanos con la piel de un ángel.
.........Felicidad.........deseo...........amor.
Miguel José
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Publicado por Miguel José el 31 de Mayo, 2008, 13:27
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MI DESPERTAR - 30.5.2008
Entraba en la hora nona después de que una tormenta empapara aquellos pequeños prados, unos lugares donde los más infantes dan rienda suelta a esos juegos que les preparan para adentrarse en el salto cuántico que realizaran cuando su voz cambie.
Llenaba los minutos de escuchar el silencio, de caminar entre aquellas calles que se encendían en la penumbra que oscurecía aún más la parte alta de una ciudad que emergía de sus luces y coches como si de una pintura distinta conformara aquellos momentos.
Todo era perfecto para meditar desde unos pasos tranquilos con la mirada puesta en aquellos árboles que esperaban las caricias de aquellos diálogos que los componentes de tres personas acercaban a la brisa que sonreía húmeda con una temperatura que dejaba la piel de gallina.
Las palabras aparecían por orden de interpretación, de cuando en cuando las miradas se turnaban con la presencia de unas esquinas que parecían esconder nuevas aventuras en las sombras que dibujaban calmando una fantasía que se escapaba al entrar en la curva que definitivamente nos alejaba de la calle anterior.
Las casas de unos campos, en la costa se llama campo a lo que en las ciudades se llaman chales, decía que las casas de unos campos recién regados con el caldo de las nubes que se alejaban a festejar su descarga, se secaban tranquilamente mientras que los pequeños ríos iban desapareciendo en unos rodales de arena y barro que cambiaban el aspecto de las aceras secas de hacía unas horas.
La hora avanzaba y los cuerpos iban más cansados, un sudor silvestre daba un olor de haber cumplido el mensaje que habíamos programado en aquel salón horas antes de marchar a comprar una comida que luego cocinaríamos en la espera de que una meditación final cerrara tal bello día que había comenzado con un nuevo encuentro entre aquellos que un día comprendieron que eran, bueno son, unos buenos amigos.
Miguel José
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Publicado por Miguel José el 30 de Mayo, 2008, 18:05
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MI DESEPERTAR - 29.5.2008
Veo las fotos encima de mi ordenador y las puedo clasificar, pero no quiero pensar en ponerles título ni categoría, ni mucho menos poder seguir la ruta desde la niñez hasta la madurez, ni desde la piel joven y bella hasta la piel marcada por los sellos que nos van colocando las aduanas de un crecimiento adulto.
Me acerco a la que de pequeño abre mi sonrisa, unos labios entreabiertos como esperando una caricia en una mirada que me acercaba a quien esperaba quieta la ilusión de aquella pequeña criatura, rodeando mi cara la expresión que siempre ha vivido guardada en los recuerdos que junto a aquella cocina me llenaba de colonia en mi pelo rubio.
En el centro coronan la estancia unos personajes que mi cariño expresa como los seres que unieron su belleza en aquella historia que dejó sembrada la pradera que llenaba aquel embrión que esperaba quieto en el crecimiento de un óvulo para dar la vida a unas células que se dividían tranquilamente a la velocidad de la belleza de una historia de eternidad.
Un rayo señala una silueta, un hombre con un cofre en sus manos, una historia que dejó en mi huella la tranquilidad de quien no espera que el mundo le excluya, quien emprende el camino de la soledad en la mayor ciudad que los paseantes puedan recorrer en todos sus extremos, junto a la belleza de la soledad que se incluye en este guión que está naciendo desde mi pantalla.
Un hombre sereno, con una pequeña sonrisa ante aquel punto oscuro que me reveló en positivo una cara guardada entre aquella bufanda que acariciaba mi preciosa camisa azul suave, como el algodón que rellena cada milímetro de la tela con que fue instalada en aquella tienda a la espera de que mis manos la tendieran el puente de su nueva vida.
Un bebé precioso se alza sonriente, con una carcajada cerrando los ojos, y una gorrita de color blanco que miraba hacia el lugar que ellos salían desde la parte trasera de cualquier foto para darme el beso que esperaba con la gracia de unas carnes prietas adornadas de unos pequeños zapatitos y ese trajecito blanco que compone toda la instantánea de un pedazo de tiempo en que la edad comenzaba a dar sus primeros pasos.
En otro lugar aparecen dos caras, muy unidas en el cordón umbilical que las miradas se juntan en la cámara que daba la luz a la belleza de unos labios que sonreían en aquel fin de año despiertos tras las campanadas que indicaban el nuevo año, con los colores amarillo y blanco junto a los colgantes de plástico que respiraban los tonos azul y rojo, todo ello combinando con el impresionante color carne de quienes se sienten abrazados.
Y la figura del anciano, no es una foto de familia es la figura de un señor con barba blanca, rodeado de una capucha blanca y un rayo que despierta desde su cabeza la madurez de quien es adulto, la experiencia de quien está llegando, la esperanza de que es, de que dentro de aquella pared se encuentra una de las miradas que me piden descanso, que acaban de terminar este pequeño viaje que os he podido ofrecer en la mañana que un Sol desaparece ante unas nubes negras para descansar unas horas en la espera de poder secar los ríos de lluvia que limpian estos días la ciudad.
Miguel José
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Publicado por Miguel José el 29 de Mayo, 2008, 19:50
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MI DESPERTAR - 28.5.2008
Me alejo de todo en un lugar rodeado de montaña, cerca de una extensión poblada de palmeras, en donde el Sol encuentra su acomodo, donde la luna respira cerca de las dunas que en la playa duermen a la temperatura que cierra cada noche.
Subo en mi asiento debajo de unos cables que llevan la energía a una locomotora que acaricia la velocidad entre aquellos valles que abre en un recorrido preciso, y desde la ventana los distintos paisajes se enredan para hacerme dormir plácidamente junto a unas nubes que caminan en otra dirección.
Aquí puedo andar por los pasillos mientras que las columnas que aparecen a ambos lados pueden tararear una canción, igual que aquellos campos que esperan cubiertos de verde, la máquina que camina sobre unas ruedas desiguales para dar de beber a los campesinos que esperan crecer bajo las espigas que darán el alimento a quienes esperan que los precios no suban tanto como las grandes cosechas.
Estaciono la maleta donde almaceno esa ropa que cubrirá mi cuerpo cerca de aquel Mar, en las tardes de paseo por unas calles sedientas de transeúntes, por aquella pequeña marea de coches que van a dormir el sueño junto a quienes cansan aquellas citas que supone el dormir menos al despertar del nuevo amanecer.
La vía no puedo verla pero se siente en cada estación, habla de que hay un cambio de agujas, sin poner el nombre, dando un pequeño vaivén a unas ruedas atraídas hacia el destino que saben el mismo, aunque su mirada siempre se componga de un trozo de cual hierro fundido.
Hay curvas en que el tren parece cerrarse como una serpiente, dando la mano la máquina al último vagón, dejando siempre la ruta prefijada para que todas las unidades que se han unido por un largo túnel, puedan pasar de la misma forma y a la misma velocidad.
Sigue el camino, no para de acelerar en una carrera disparada hacia aquellas tierras que me hacen llegar despierto, con los ojos nuevos de una experiencia que hace la felicidad de unos días en el lugar donde mi vida comienza a vivir los trazos largos de una sencillez en la pasión de un sentimiento que hace del amor el lugar ideal para compartir los momentos que puedo acariciar.
La llegada siempre es calmada, la estación se acerca, poco a poco veo llegar a los que esperan, miran a todos los lados esperando la cara amiga, la sonrisa de unos padres maravillosos, la muchacha que espera detrás en su llegada a la mirada esperada, la lluvia hace de telón para que el abrazo pueda comprender los días que han pasado desde que se fue para siempre volver.
Ya estoy con quien siempre he estado, con mi felicidad que siempre está en mis venas, dejando al exterior la amistad que mi vida sacia con los lugares donde mi cuerpo puede sentir la belleza de vivir, vivir desde la pasión de mi propio despertar.
Namaste
Miguel José
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Publicado por migueljose54 el 28 de Mayo, 2008, 6:52
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MI DESPERTAR - 27.5.2008
Trataba de ver aquello que se paraba ante mis narices, la sinceridad como salían aquellas palabras de un corazón al que no podía callar, veía el dolor de aquello ante la imposibilidad de cambiarlo de la noche a la mañana, esperaba la sencillez de que pronto pudiera llenar aquellos huecos con el amor que siempre he sentido desde el interior, desde ese silencio que me acalla todas las penas, las inseguridades e incluso los desamores que nunca han sido tales.
Manifestaba mi malestar por aquellos momentos en que me sentí engañado, por las acciones de quien era mi maestra, de aquella mujer que se entregaba en cuerpo y alma a unas clases que la hacían fluir, que dejaba en cada mensaje su esencia de mujer, de esa mirada que dejaba mis brazos abiertos a los momentos que disfrutábamos en la soledad de aquellas tardes, de aquellas mañanas perdidas, de esos minutos que esperábamos a terminar aquello que nos habíamos regalado.
Me veía criticando una actitud que es muy verdadera, una crítica hacia mí mismo, por no haberme podido dar cuenta antes del engaño, de esa necesidad que teníamos los dos de estar en aquella pradera esperando a dar el primer paso desde la narración de una vida que había sido cierta, pero que este alma grande ya no quería seguir soportando.
Podía sentir aquellos momentos, pero es la sabiduría de ellos lo que me hace poder expulsar desde ese baúl unos pasados que se fueron para recibir lo nuevo, lo que en este momento me hace ser feliz, no ya lo que disfruto en la compañía de quien amo, sino en las soledades que me hacen disfrutar del alma que llevo guardada dentro de este cuerpo humano.
Dejo en una esfera redonda todos aquellos momentos, devuelvo todo aquello que no es mío y lo entrego hacia quien fue una gran compañera, una mujer que hacía lo que tenía aprendido, como yo también lo hacía, y seguro que desde el conocimiento que hoy día voy recibiendo pudiera haberlo hecho mejor, pero siento que fue como tenía que haber sido.
Desde este lugar no cambio en nada mi pasado, siento aprender de él cada vez con mas intensidad, curo todo aquello que aún me sigue haciendo daño sabiendo que soy yo mismo el único responsable de todo lo que está hecho de una forma inadecuada, aunque se que fue adecuado hacerlo así para conocer las consecuencias que me están llevando a vivir la historia más bonita de mi vida: disfrutar de un ser humano en el interior de este dios divino, viajando juntos en este camino hacia la luz.
Acepto todo aquello que aún no comprendo, porque no es comprender lo que hago sino agradecer que fuera como tuvo que ser para así avanzar en el tiempo que deja de existir como atrapándome en las horas para poder creer vivir en paz.
La paz es la experiencia más importante que nunca nadie pueda vivir, pues la felicidad es el disfrutar diario de esa paz que tranquiliza y alimenta los momentos en que sin darnos cuenta viajamos al papel de víctima o salvador e incluso dejando a nuestro niño interior herido sin consolarle ni abrazarle en el amor que hoy siento desde el fondo de un corazón que está tranquilo.
"Gracias por lo que me diste, porque ahora no lo necesito de nadie", frase que escuché en alguna ocasión, que no es mía, pero la siento en mi interior para agradecerte y aceptar todo aquello que pasó y que al quedar en el recuerdo es justo un momento que ha sido experiencia y se ha convertido en sabiduría.
Namaste
Miguel José
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Publicado por Miguel José Carbajosa Gómez el 27 de Mayo, 2008, 7:57
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