Sólo tú sabes que quiero decir. Sólo tú sabes como te lo puedo decir. Sólo tú sientes que esto es para ti. Sólo tú estabas esperando esto que hoy escribo aquí. Sólo tú esperabas que nunca llegaría el día en que nos diríamos adiós.
Reflexión o vehemencia. Ambas son la duda, ambas son la respuesta a un sentimiento. En el día que hoy comienza con una temperatura más moderada que la semana anterior, en el día en que muchos acontecimientos se celebran, en el día en que muchos sienten que vivir es disfrutar, es el día en que todo termina, en que todo se archiva y se envuelve en un fichero para guardar en el recuerdo.
Son esas miradas que terminan en un lugar de despedida, son los abrazos que terminan en una parte de nuestro camino, son los recuerdos de tantos momentos vividos, de tantos lugares visitados, de esos momentos escondidos en el silencio de unos murmullos.
Cuando llegaba al final de aquel viaje, cuando bajaba las escaleras de aquella experiencia, cuando sentía la llegada a donde vivía, me llené de mí mismo y sentí que en realidad solo quería ser yo mismo. Es verdad, siento que al ser yo mismo no puedo serlo contigo.
A ti que lees estas líneas, a ti que sientes estas líneas, a ti que no entiendes nada de lo que sale de estas palabras, siempre he estado cerca de aquel lugar donde un día comenzaba todo, pero que ahora todo se desvanece, que nada puede continuar, que todo se acabó en la nada de algo que no se nombrar.
La felicidad de poder agradecer todos esos momentos que nunca pude imaginar haber vivido, la felicidad de poder sentir que existías, la felicidad de aquellas noches, que ahora se me hacen lejanas, la sensación de que tú no eres lo que yo puedo comprender, me hace separarme definitivamente de tu cercanía, de tu sentido de no poder estar ahí, de esos momentos de miradas no comprendidas o de quizás momentos que pudieran ser simplemente maravillosos.
Esto es un adios, es un definitivo hasta siempre, es un momento en que mi corazón ha sentido la fuerza de algo que no entiende y que mis manos transcriben desde la inconsciencia de haber intentado lo que siempre he sentido, pero con la honradez de saber que tu cuerpo y el mío han vivido lo que nunca hubieran podido imaginar.
Se que sabes que sientes que algo en mí sucedía, que esas miradas desviadas eran el producto de un simple cambio, que aquella despedida con el abrazo en silencio, me movió dentro de mí ese clip de apagar una historia que ha sido tan bonita, como bonitos fueron los momentos que nuestra intimidad se apagaba cada noche en un simple beso.
Te beso fuerte, dándote las gracias por todo lo vivido, por todo lo que he podido sentir junto a ti, por todo eso que nunca más volveras a darme, o quizás nunca más podrás volver a vivir en mi compañía.
El ser humano pasa por los lugares siempre para dejar huella del sentido de que cada historia es la perfecta realización de su trabajo en este plano, en el lugar que siempre le ha correspondido....vivir. Gracias.
Miguel José
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