Me quito el traje de calle y me pongo el traje de noche para ir a una gala especial, la gala de mis sueños. Es una nueva función en la noche silenciosa de una habitación, de un pequeño lugar acordonado por unos muros que seccionan una gran nave en pequeños habitáculos, en esos asentamientos nocturnos donde el silencio nos lleva a levantar el telón de un gran espectáculo por la puerta grande.
Comenzamos viviendo en primera persona todo un sinfín de colores, de aventuras, sin límite, de sinceros sentimientos, de motivos especiales, que nos hacen poder disfrutar de acontecimientos que luego nunca llegamos a comprender. Situaciones que no llegamos a descifrar porqué se han desarrollado de una manera sin lógica que se adueña de nosotros mismos.
No podemos nunca imaginar lo que en el sueño realmente se vive. Nadie acierta a porqué son situaciones donde la ilógica de las actuaciones o de esas aventuras intrépidas pueden llegar a manifestarse. A veces son caras que no conocemos, situaciones tan increíbles que son imposibles de sentir que las hayamos vivido, escenas que en algunos casos se nos quedan grabadas en nuestro consciente, que necesitamos mucho tiempo para poder entender que aquello se vivió para saber que eso es nuestra existencia en el otro lado de la mente.
Porque no podemos negar que la mente interactúa dentro de ese movimiento de escenas, de espectáculo pacífico o violento, de secuencias increíbles y de momentos que ni siquiera hemos podido seleccionar de ninguna película. Pues película es lo que se representa ante nuestros sentidos, esos sentidos que creemos dormidos, pero que se despiertan a esa otra realidad del otro lado, de ese lugar donde parece que realmente nos vamos a visitar cada vez que nuestro cuerpo decide descansar.
Y no es descanso sino viaje, ese viaje a lo desconocido, a ese mundo que no interpretamos porque no creemos sea real, porque nadie nos ha hecho sentir que eso es la verdad, eso es lo que en realidad existe y que todo lo que vivimos cuando nuestro cuerpo está despierto es simplemente una fantasía.
¿Qué pasaría si fuera cierto y estuviéramos siempre engañándonos a nosotros mismos?. Felices sueños.
Miguel José
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