Oigo ruidos a mi alrededor, son llantos de esas personas que tantos años han estado a mi lado, son esos instantes en que no se que ha pasado. En que me bajo de un sueño y no consigo que mi cuerpo se despierte. Espero sin saber lo que en realidad está ocurriendo.
De pronto me elevo, siento que dejo mi cuerpo y que comienzo a ver aquella pequeña habitación. Encuentro que mi cuerpo está inmóvil, que hay personas a mi alrededor, que lloran y se abrazan, que no quieren que me vaya.
Sigo volando por encima de aquella situación y sin darme cuenta he traspasado aquel muro, y sigo ascendiendo sin saber porqué este sueño no termina. Verdaderamente es un sueño que no consigo entender, pero sueño que me mantiene despierto, que ver aquello es algo que ya no es simple, sino complicado.
Todo mi cuerpo está en aquella habitación, todo lo que yo sentía ya no comprendo como se ha podido evaporar. Ahora simplemente vuelo, simplemente siento que soy transparente, que no puedo encontrar nada que pueda sentir.
Ahora mi visión es distinta, todo se compone de luces de colores, de brillos y silencios, de nuevas formas de moverme, de ver las situaciones desde otro lugar, desde otro momento.
Percibo que ya no vivo, que lo que llamamos vida se ha quedado en esa cama, en esa habitación, en ese lugar donde mi cuerpo queda quieto, queda sin sentido, sin movimiento, sin calor, sin nada.
Morí ayer, y hoy vivo en otra vida. No es vida lo que vivo, sino es un momento en que dentro de todo lo que vivo, me hago un paréntesis, me alejo de un lugar en donde mi cuerpo habita para adentrarme, para sentir que no estoy, que mi mente, que mi conciencia se ha salido del lugar donde mi cuerpo habita.
Tenemos esos momentos en que nos vamos de nuestro cuerpo, en que sentimos que no estamos en este momento, en que sentimos que nos hemos ido por un tiempo y cuando volvemos llegamos a un cuerpo nuevo, aunque siempre haya sido el mismo.
Miguel José
|