Unas lágrimas surgen de un rincón, nadie conoce a quien las pronuncia, nadie sabe porqué, quién entiende lo que no quieren comprender. Sabemos que un día amanece para todos por igual, que el Sol sale para todos, que surge de ese infinito que llamamos amanecer.
Y amanecen los llantos, las ilusiones perdidas, esos sentimientos de saber como un día le amaba, como ese amor tan profundo, tan sincero, tan dentro de ella se llenaba de caricias, de besos, de esos momentos que no salen a la luz, que se esconden siempre en el silencio de esa habitación.
La misma habitación que ahora no escucha el gemido del sentimiento, el sonido del silencio, de un abrazo, de una sincera afirmación, de un pequeño beso en la mejilla, de esas miradas vacías, perdidas en aquellos momentos.
Momentos de rabia, de no poder con lo que no entiende, con lo que no puede, con lo que no quiere. ¡Basta ya!. No puedo desde estas líneas reprimir el resentimiento, de sentir que cualquier ser humano es amor, es presencia divina, es la creación de la vida.
Vida que muchos no entienden, vida que algunos destrozan, vida que no dejan vivir, vida que al fin y al cabo liquidan. Todo porque un día alguien sintió que era propietario de lo que no es de nadie, porque quizás no han sido amados, porque quizás no pudieron comprender que EL AMOR CONLLEVA LIBERTAD.
Quizás la reflexión sería enseñar el amor, vivir en el amor, creer en el amor, amar todos esos momentos en que nos encontramos a lo largo de todo el día: en el metro, en el autobús, el los atascos, en el mercado, en el parque, en el trabajo, en nuestro silencio, en todo lo que la vida nos regala.
Regalar amor, regalar paz, regalar abrazos..... Un beso en tu mejilla cierra este sentimiento. Gracias...
Miguel José.
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