En este momento siento la felicidad de poder dominar estos aspectos tan importantes que me hacen ver esa forma que tenemos de actuar inconscientemente. Esos momentos en que desde dentro de nosotros nos sale un grito, o simplemente una palabra de amor.
Tenemos un interior en donde el aprendizaje a la edad temprana, fue como una grabadora. Hemos visto todos la cara de un niño cuando escucha a unos adultos como levantan la voz. La mirada que crece cuando no entiende, porque no lo ha vivido nunca, sus ojos se salen de las órbitas, y su cuerpo tiembla.
Esos momentos que son solo segundos, o incluso horas, son impregnaciones en una cinta virgen que acaba de ser rasgada por el surco de la grabación. Y en esa marca que queda ahí sostenida, siempre se escucha el mismo sonido, siempre nos trae a la memoria el mismo recuerdo.
Llamamos depresión, llamamos forma de ser, llamamos simplemente esa manera de actuar ante ciertos acontecimientos. La solución la encontramos en la aspirina, en el jarabe, o incluso en el masaje que unas manos expertas intenta solucionar el resultado de aquella escucha a tan temprana edad.
Somos parte de estos sentimientos, porque hemos venido como almas a experimentar en esta tierra, en cada papel del reparto que hayamos elegido en este teatro de la vida, y vivir de forma que podamos aprender la experiencia.
Para ello elegimos a los mejores actores secundarios, para que en la representación de esta obra no falte ningún detalle. Y así con el guión muy aprendido, con esos ensayos muy trabajados, comienza nuestra actuación en un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, en un trocito de esta vida cualquiera.
Miguel José.
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