Parece mentira mirar el calendario y ver ya el final de febrero. Hace años viviendo en la etapa en que la adolescencia imprimía esos sentimientos locos, esas formas de vivir la vida tan deprisa, tan sinceramente, tan....como éramos.
El año que figura en el calendario, 2007, cuando los sentidos me movían a preguntarme por todo, a querer saber el final de todo, a esos momentos en que mi mente se perdía en ese final de nuestros días, en esos mensajes que cada día llegaban del fin del mundo, no imaginaba que sería después del año 2000.
Y el fin del mundo no llega, pero sentimos que tarde o temprano llegará. Son esos pensamientos que desde tiempo atrás creemos que nos ayudarán a llegar a ese limbo de los justos, a ese lugar en el cielo en donde viviremos de un modo tranquilo, rodeado de paz, de tranquilidad, de un no hacer, de que todos tendremos mucho amor.
Amor que no creemos encontrar aquí, y es que no lo buscamos, simplemente dejamos esas formas que tan fuertemente nos dejamos grabar en nuestra infancia y que desde el más profundo sentimiento vemos tan adentro que ni siquiera pensamos que los demás lo sientan.
Pero todo es fantasía, pues la verdad está en nosotros, en la parte que llevamos en un lugar al que consideramos nuestro tiempo, en donde no miramos nunca, a pesar de sus llamadas, a pesar de que esa voz interior nos está llamando a su presencia.
Ama todos los días, no juzgues a nadie ni a ti mismo, piensa simplemente en vivir todos tus momentos como si fuera lo último que harías, haz sembrar estas semillas en cada segundo de vida y verás como ese calendario no parará de cambiar la fecha y de ver tiernos y lindos valles de amor y paz.
Miguel José.
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