Tres limones sobre mi mesa dicen mucho de un día nublado, en este lugar donde su huerta es famosa. Desde esta ventana se observa un precioso lugar, de una ciudad cuyo mar la baña en sueños.
Todo está lleno de naranjos y de limoneros, es un jardín del edén. En este pequeño trocito de Murcia, donde la mirada se pierde en un pequeño hormiguero, lleno de calles y avenidas, en un lugar desde donde las luces de la ciudad en esa noche mágica y silenciosa nos acogió a nuestra llegada.
Pero es el silencio lo que mas me ha llamado la atención. En esta ciudad desde donde se oyen unos altavoces anunciando mensajes para todo un barrio, desde este balcón de cuentos de hadas, donde unas monjas sirven un delicioso manjar, donde unas personas sienten su interior más cera, donde todos nos sentimos dentro de todos.
Lo mas increíble es el amor, esa sensación de quererme, de saber que mi felicidad es lo que me llena, lo que me importa, lo único que me traído a esta pequeña casa de ejercicios. No son pues sus paisajes, ni siquiera estos bellos momentos que disfruto desde esta ventana, desde este lugar privilegiado.
Son esos momentos de mi luz interior, de ese río cargado de troncos, en donde cada uno es un pensamiento al que le dejo marchar, al que le dejo que me abandone, al que le dejo que siga su camino, para después entrar en un lago tranquilo, en donde sus aguas casi no se mueven, en donde la paz y la tranquilidad son los componentes de esa acuarela.
En este camino, en donde tras el cauce lleno de agua, se guardan todos esos momentos que en una vida se pueden vivir, esos increíbles pensamientos que nos asaltan siempre a cada momento, cuando tratamos de tomar una simple cerveza o en el momento en que amamos nuestro sentimientos.
Lo cierto es que hoy siento una felicidad interior, una salud nueva, eso que tanto he querido siempre, mi libertad, la libertad en persona, en alma y en cuerpo. Libertad que no solamente me hace libre, sino que sencillamente me hace vivir la vida de la forma y manera que siempre ha sentido mi corazón, con todo el amor que siembro en esos surcos que día a día voy haciendo para que el despertar de mi conciencia, de lo que yo siempre he sido vuelva nuevamente a mi lugar.
Gracias amor por estar siempre dentro de mi corazón, por no haberme abandonado cuando tanta falta me hacías, por estar siempre en el momento que siente te he necesitado y cuando no. Un beso en tus labios me hace acercarme a quien tú eres…..A mí mismo.
Miguel José.
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