Todos los días no llueve en las calles vacías, ni tampoco hace frío en los parques habitados, ni mucho menos hay niebla en aquellos lugares que conocemos a ciegas.
Cada semana no comienza en un lunes, ni tampoco finaliza en domingo, ni hay días intermedios llamados jueves, solamente las semanas pasan del primer al último día en que sentimos nuestro amor.
Los meses no tienen los mismos días, como tampoco empiezan en lunes ni tampoco finalizan en domingos, pero si que se completan en momentos que suceden a las estaciones, a los cambios de clima, a los días en que la lluvia hace disfrutar de una tierra mojada.
El tiempo se mide porque no sabemos dejarlo, no entendemos desde nuestra educación pasarlo sin contar las horas, ni tampoco en aquellos minutos intensos después de aquella experiencia.
Cada vida se compone de años, de experiencias añadidas a la proporción de la longitud que medimos las edades, los contornos físicos, los medios que nos transportan hacia aquel futuro que ahora es presente.
Desde este mensaje, estas líneas en verde, dejo la seriedad de un sentimiento que me ha producido comprender que el tiempo no existe, pero según nuestro entorno debemos fraccionarlo y medirlo.
Estamos atrapados en el tiempo cuando no dejamos de mirar el reloj, cuando creemos llegar tarde, cuando al amanecer antes de tiempo nos damos cuenta de haber perdido la felicidad de sentir, que realmente no se mide con el tiempo.
Aquí en Madrid, el cielo está cubierto de nubes, amenazando caer la lluvia entre aquellos nubarrones que empañan cada acera, cada calle, cada avenida.
Ha llovido desde la inseguridad de aquellos que sienten tristeza, llueve desde la incapacidad de los que se sienten despiertos en no contemplar la luz del sol y lloverá para aquellos que no saben que lo positivo está en sentir simplemente las gotas de lluvia en el rostro.
Aquí y ahora son los momentos en que mido el tiempo, en ese reloj que hace un movimiento de contracción y otro de expansión, en un corazón que no pide la hora cada vez que deja entrar mi sangre por aquellos orificios que completan un sistema circulatorio inmenso y maravilloso.
Namaste.
Miguel José
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