Vuelvo a recordar, dejo que el pasado pase, que los recuerdos se encuentren en su sitio, que aquel momento en que sucedió se grave en la conciencia y deje de estar vivo.
Hoy mi sentimiento duele, ayer era insoportable, mañana será recuerdo, pasado me servirá para entender que aquello ya lo he vivido, además podré recordar con cariño a quien ahora no siento.
Ellos están en su lugar, en el sitio que me arropaban en aquellos momentos en que lo necesitaba, siempre a mi lado aunque muchas veces no lo creyera, aunque en algunas noches la soledad no era mi única amiga.
Hoy vuelvo a los lugares que paseaba como el actor principal de aquella historia, lo que sucede es que he cambiado de historia y de personaje, pero sigo en la misma vida, en esta que me permite ir y venir, estar y no estar, sentir y amar.
Amo a todo lo que me rodea, a los días en que viajo a lo largo de un mar que me mira con impaciencia, a lo largo de aquellas plantas que esperan mi paseo, a lo ancho de aquel campo que siento tan dentro como su dama, esa chica que está tan cerca que muchas veces la encuentro dentro.
Siento aquello que vivo, lo que miro desde mis ojos en la profundidad de las tres dimensiones que mis sentidos conocen, en lo que cada experiencia deja que aquello que pensaba no era cierto, que me equivoco cuando tengo una expectativa sobre algo y no llega.
Cuantas veces hago la película de aquello que creo que es luego no era así, pues el amigo interior me deja escaparme en aquellas visiones que necesito para escapar de quien soy, del hombre que yo amo, de este ser que me acompaña incluso a los lavabos, dentro de un cuerpo que ambos compartimos para disfrutar de todo aquello que no me creía.
Ahora vivo la suerte, la llegada de aquellos agradecimientos que la vida me premia por tener la voluntad de encararme con ella, por el arrojo de vivirla y por la valentía de llegar delante, nunca escondiéndome de nada, siempre con la cabeza muy alta y el sentimiento en mis labios.
Yo te amo, te bendigo y te honro por el esfuerzo que haces por no ser siempre igual, por no quedar atrapado en las cuatro paredes de la rutina, por no tener nunca miedo a que aquella oscuridad represente mi muerte, pues nunca muero, siempre termino un ciclo en la desaparición de aquella oscuridad que ha llegado en cualquier momento.
Momento que aprovecho para daros las gracias y confiar en mi mismo, en este varón que nació un día para bien de la humanidad y para regocijo de este alma que habita dentro del mundo que quiere vivir, en las aventuras que elije para aprender que siempre será alumno de una maestría que llevo en mis venas y en el gran corazón que ahora canta más alto y con más sencillez.
Antes de terminar, quería regalaros con una nueva sección, titulada Mis despertares en el recuerdo, en donde añadiré desde el primer despertar que nació un trece de febrero del año pasado.
Gracias por vuestra mirada.
Namasté.
Miguel José
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