MI DESPERTAR 17.2.2008
Con miedo comienzo aquello que no comprendo, ese momento que siento en la oscuridad de un parque cada mañana al recorrer el mismo sendero, con los mismos lugares desiertos, en donde no hay nadie, ni siquiera sonidos, ni siquiera silencios.
Toda la ciudad está alrededor, los ruidos de los coches arrancando y acelerando, los autobuses cargados de tantos seres con sueño aún en sus caras, y el miedo aparece en cada esquina, en esa imagen de unos árboles que creía personas.
Se mueve aquello que yo quiero y no se mueve por nadie, no es que exista sino la imaginación la que crea el miedo, quizás porque sienta que estando rodeados de otros nos sentimos más seguros.
Seguridad es sentirnos a nosotros mismos, en el silencio, en el gentío, en la ducha, en la siesta, en la playa, en la cama mirando al techo, en esos instantes que se acercan al caminar en tu silencio, en el silencio de aquellos que no dejan escuchar.
Las flores, las plantas, los árboles, todos miran la actitud de este ser cuando dejo que mis pasos se frenen, cuando la mirada intenta buscar alguna sombra que no existe, cuando encuentras el miedo en cualquier cosa que no aparece.
Nos dejamos influir por esas películas donde el guión es el propio miedo, donde la realidad de aquellas imágenes nos influyen en los comportamientos, en cerrar la puerta con mil candados para que el protagonista de esa historia no llegue a nosotros.
Solos nos sentimos cuando aquello se acelera, cuando el corazón siente un ruido y salta la alarma, ese detector que se activa en nuestro subconsciente para dar el grito en el momento justo.
Vaya por Dios, si creía que ...., pero volvemos a dejar un silencio para comprobar que no volvemos a escuchar nada, a sentir que aquello es una imaginación, pero imaginar es crear y así podemos estar toda una noche esperando a que el día ilumine aquellas sombras que se movían desde la almohada.
Doime cuenta que esto es tan sencillo, que son las sombras las que nos oscurecen, las que nos abren el miedo, ese ego que se siente seguro en la inseguridad, en tenernos bajo el control de que existe aquello que no es real.
Realmente hoy me doy cuenta que todo es un engaño que necesitamos para sobrevivir, no para vivir, pues vivir es disfrutar de la vida, y la vida es aquello que nos hace ver en la luz que no existen sombras.
Miguel José
MI DESPERTAR 16.2.2008
Una cara de niño me transporta hacia la infancia, momentos que casi no recuerdo, que se van borrando de un recuerdo que voy cosiendo con unos alfileres muy usados.
La sonrisa es de un ser auténtico, con una mirada brillante hacia lo alto, hacia ese sentimiento de ser feliz, de vivir en el ahora de cuando la foto fue tomada.
Unos labios suaves, una carita infantil abierta, despejada, junto a dos orejas situadas en los lugares donde las caricias se escuchan, en donde los besos tienen nombre, separadas por una nariz simpática, un rostro de sinceridad, de disfrutar en aquel lugar donde la tranquilidad dejó que aquel rostro hablara al cabo de tantos años.
Muy repeinado, con una raya en medio, ajusta unos hombros pequeños, rellenando la pequeña camisa que envuelve un cuerpecito de niño travieso, de un chiquillo juguetón que solo espera que le quieran, que sabe dar amor con la mirada, desde unas muecas que profundiza en esos labios que aman noche y día.
Todo comenzaba con este momento donde la realidad de saber quienes somos no descubría nada, donde aquellos juegos que hacían que aprendiera a lo que hoy día no me sirve, puede que sea el trabajo de poder haber comprendido la experiencia.
Todo no es así como lo vemos, pues estamos influenciados por todo lo que hemos grabado en este disco duro y ahora no sabemos borrarlo porque al quedar vacío el programa no puede iniciarse y quedaríamos colgados de la nada al encender la máquina cada mañana.
Todo puede terminar dándose cuenta de aquello que no nos sirve, de que todo aquello aprendido nos deja el recuerdo de lo que fuimos, de aquellos niños que hoy día son adultos, de aquellos adultos que hoy somos niños.
Nada es aquello que ahora atraemos, cada experiencia que nos deja sabiduría nos aleja de aquellos pensamientos que se diluyen en la comprensión de que no podemos continuar por ese camino.
Andamos en la nada, cogiendo aquello que creemos nos sirve, pero el programa que hace andar todo esto que estoy diciendo, hay que revisarlo en profundidad y añadirle los cambios necesarios para poder volver a arrancar de nuevo en la nueva energía, en el nuevo mundo.
Mundo que diseñamos cada mañana y vivimos lo que queremos y lo añadido que no queremos, ahí sería donde hay que revisar y limpiar estos registros que siguen dentro de nosotros creando, manifestando aquello que no entendemos.
Entiendo desde este sencillo razonamiento que la razón ya no me sirve, que tampoco quiero pensar, no debo hacerlo, incluso no debo. Lo importante es dejarme sentir, observar y disfrutar de los bellos momentos que me brinda cada día, en cada minuto, en cada momento en que me pierdo en el pasado o en el futuro o en aquellos juicios o lamentos que no son míos.
Todo cuando digo no lo hagáis caso, no hacer caso de nada, de ninguna de mis palabras, no dejaros llevar por nadie ni por nada, no escuchar creyendo vais a aprender, no esperar que otros os vayan comentando la escena.
Vivir cada día desde la libertad de sentir, de escuchar a los sentimientos, de profundizar en no entender, de dejar que todo lo que tenga que llegar nos alcance y podamos darle un abrazo desde la sinceridad de que no nos engañamos, de que estamos en el ahora.
Namaste.
Miguel José
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