Hay cosas que aún no están terminadas en mi vida, situaciones que aparecen cuando una frase o palabra traen un recuerdo de aquellos momentos que parece no he conseguido entender.
La respuesta podría estar en aceptar las nuevas posibilidades que van apareciendo y en liberar la forma en que cada uno cree que deberían ser, esto es, deshaciéndonos de las expectativas.
La educación y la cultura, el mundo de costumbres muy grabado en nuestro disco, hace que cuando algo sucede ya hayamos hecho un juicio de valor.
Es lo que entiende nuestra mente, educada en las clases de una vida material, en las sesiones de escuchas y sinsabores de recuerdos que vuelven a nosotros de nuestro propio ego.
He leído que el ego tiene miedo a la muerte y que en cada momento nos ata a situaciones que no tienen sentido, dando vueltas a pensamientos que no nos hacen falta, y a ansiedades o miedos que le hacen sentir seguro.
Al observar todo el comportamiento entendemos que si dejamos de centrarnos en la mente, si concluimos que no somos la mente sino el ser, es decir, cuando hacemos algo de corazón estamos en el corazón, el sentimiento y no en la mente abstracta.
Es difícil que todo esto se asimile en un día, pero si es cierto que cuando estamos rodeados de todo lo que nos aleja de un silencio es cuando podemos acercarnos a la serenidad y sentir nuestra respiración.
Es un pequeño ejercicio que nos une a nuestro propio cuerpo y escuchamos aquellos soplidos que hacen que se ralentice toda actividad, incluso los nervios que nos sacuden en cada aventura se vuelven mas relajados.
Sentir es el verbo que nos hace no hacer nada, dejarnos a la aventura de ser llevados por el silencio, por unos minutos para nosotros mismos, es un regalo que podemos hacer a nuestro cuerpo y a nuestra mente.
El ego estará inseguro en estos casos y lanzará miles de pensamientos en ese momento para que no estés quieto, y la llave está en no hacer caso de ninguno de esos pensamientos y mucho menos si tienen sentido negativo.
Es educar a alguien que ha estado toda la vida dirigiendo desde el miedo, la ansiedad y la angustia. Un verdadero conocedor de nosotros mismos, por lo que la lucha con él no tiene barreras.
Aquí la voluntad es la herramienta que mas nos puede ayudar y desde estos momentos intentarlo no cuesta nada, quizás solo estar cinco minutos en silencio y dejar que el vacío nos inunde, bueno si no es el vacío es la tranquilidad que también llega a ser una buena medicina.
Gracias por leer estas líneas desde vuestra vida, gracias a todos los que perdéis el tiempo en conectaros a unos pensamientos que me hacen ser Yo mismo.
Un abrazo muy fuerte a todos los humanos que vivimos dentro de nuestro sentido de vida y a los que lo intentan e incluso a todos los demás, porque todos somos uno.
Namaste.
Miguel José