Hoy es lunes y comienza una semana intensa, como casi todas. Los ánimos se preparan para concebir un nuevo plan, en donde cada asunto tiene su numeración y cada caso resuelto se archiva en el fichero de terminados ¡Por fin!.
Hoy es martes y acabo de terminar un asunto importante que llevaba semanas intentando guardar en mi fichero de aquellos que han permitido hacerme sentir que mi trabajo es lo que me hace feliz.
Hoy es miércoles y tengo apuntada una cita importante, de esas que te hacen andar de cabeza todo el día y desear que cuanto antes se prepare la hora exacta para mirar a los ojos a una persona extraña.
Hoy es jueves y ya estoy cansado de tantos asuntos que vuelven a estar en la relación de pendientes, dentro del apartado de urgentes, ya la cita pasó, y los momentos que creí iban a suceder no sucedieron.
Hoy es viernes y mi secretario se va de viaje, todos los asuntos que he ido deshaciendo en pequeños episodios de un par de llamadas, también se presenta el fin de semana como un descanso de una mente que acaricia unas horas de serenidad y paz.
Hoy es sábado, me he levantado media hora más tarde, he puesto música, he disfrutado de un baño relajante, me he tirado a la chica que el jueves me hizo descubrir algo extraño en mi comportamiento de ejecutivo, y he cabalgado hacia un excelente sentimiento de plenitud.
Hoy es domingo, la cena de anoche en plena naturaleza me hizo descubrir en la soledad de unos cuerpos el motivo de la felicidad de mi vida, donde buscaba placer encontré escucha, donde buscaba amor encontré compenetración, donde buscaba felicidad encontré sentimiento.
Casi finaliza la semana y me exprimo en decidir qué vida quiero vivir, dónde la quiero vivir, que sentido busco en este trabajo en donde la rutina de un personaje colgado entre el teléfono, las comidas de trabajo o las tareas de una agenda que voy cargando a medida que comprendo que no voy a poder ser capaz de realizarlas.
Escucho el silencio de una casa vacía, de un hombre que en su soledad, en el recuerdo de aquella chica que se arrodillaba junto a mí para sentirse en la compañía de otro, descubro que todo es una mentira, algo que necesitamos para descubrir la verdad de lo que somos.
Hoy es sábado y junto a mi chica estamos en un silencio en donde mi escritura acompaña a la lectura de un libro, cada uno en su mirada hace lo que siente y juntos estamos solos en nuestro interior disfrutando de lo que una pareja, de dos, se completa en momentos de cada existir.
Gracias por ser un hombre que sabe lo que quiere, donde lo quiere y con quien lo quiere y que ella está de lleno en mi vida, en ese camino que, juntos, andamos por los lugares de una España que nos saluda en cada viaje.
Un beso me hace acercarme a unos labios que hoy siento muy felices...
Namasté.
Miguel José
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