¡Hola Hermano!
Es verdad que estamos ciegos cuando nuestra personalidad insiste en ver las cosas de una determinada forma. Es verdad que estamos ciegos cuando describimos un hecho desde nuestro prisma, desde nuestro color, y nos perdemos la belleza del conjunto si la viéramos sin poner ningún elemento entre medias.
Ayer te reconocí queriendo amarme, me fijé como tu alma estaba a mi lado y muy cerca, pero había un impedimento muy fuerte que sujetaba tus piernas contra el suelo, contra esa tierra que tiraba muy fuerte de tu figura.
Las situaciones que creemos vivir, no son ciertas en una observación completa, sino que nosotros le colocamos un determinado marco para creer que son de una determinada manera.
Las relaciones las creemos ciertas desde nuestra verdad, pero en realidad, desde la objetividad de cualquier observador, nos damos cuenta que no son ciertas. Son distintas, incluso alguien que creías que te odiaba resulta que su alma te ha amado siempre, incluso en aquellos enfados que no tenían explicación.
No se si ayer entendí, tampoco me importa, incluso me da igual lo que haya vivido hasta este momento. Es parte de un proceso personal donde mi actuación en este teatro de la vida es tan importante que todos esos actos, todos esos capítulos que en esta vida he representado, no me arrepiento de ninguno de ellos.
Es igual todo lo que no parezca como yo lo he vivido, da lo mismo, paso de todo, porque en mi interior, mi alma, es la verdadera imagen de mí mismo. Y el alma es tan poderosa, tan inmensa que no me cabe en todo el perímetro de mi vida, incluso de esa vida multidimensional.
Con estas líneas quiero decirte Vicente, ante el mundo y sobre todo, ante mí mismo, que tu historia no es la mía, que te doy las gracias por todo lo que me hiciste, que tú vivías tu historia y que yo vivo la mía, y agradecerte todo lo que he recibido de ti y te devuelvo todo lo que tú me has dado.
Siguiendo el orden familiar, te respeto, te reverencio y te doy todo mi amor, pues tú alma me lo dio en todo momento, incluso ahora después de tu partida. Hoy siento tú verdadero amor, tu verdadera pasión por mi Ser. Hoy te digo que tu historia es solo tuya y que muchas gracias por haber compartido tu papel de hermano mayor, de un hermano que ha actuado siempre desde el corazón, a pesar de tu papel dentro del orden familiar.
Yo me inclino ante ti, te pido perdón y ahora mismo vuelvo a vivir mi vida tan y como yo la siento en estos momentos, una vida de libertad, de paz, de amor y de sinceridad conmigo mismo, con este alma que te ama desde el amor universal, desde el amor de un hermano, tu hermano....
Miguel José
|