La salud de un cuerpo físico da felicidad.
La enfermedad en un cuerpo físico da experiencia.
La salud en un cuerpo mental da equilibrio.
La enfermedad en un cuerpo mental da inseguridad, inquietud.
La salud en un cuerpo espiritual da plenitud, amor.
La enfermedad en un cuerpo espiritual da desconcierto, sentirse perdido.
Todos los días de la vida en un personaje dejan las muestras de aquellos momentos que recibimos desde el sentimiento de haber comprendido lo que venimos a realizar en el teatro de marionetas que compone los musicales de nuestro desarrollo en el medio humano.
Los hombres y mujeres, que han sido mujeres y hombres en otros momentos, que ahora son ciudadanos de unos lugares inmensos, fueron en otras épocas los precursores de que ahora se esté en el momento presente.
El aprendizaje de una enfermedad terminal tiene dos posiciones, la de entender el mensaje y la de desconocer el origen. Ambas caminan en la misma dirección. Ambas significan que solo puede entenderse desde el comienzo de la reflexión a través de la meditación y la contemplación.
Siempre me he preguntado las consecuencias de todo acto y es verdad que cuando somos responsables de todo aquello que hemos convertido nuestro protagonismo en aquello que ahora nos rodea es cuando siento que verdaderamente la madurez está llegando a instalarse en mi vida.
Vida que me proporciona unos tiempos que no se miden por su extensión sino por su comprensión, por ver como no entiendo desde la mente porqué se han producido, sino por sentir que estoy en el momento oportuno de aquello que sucede.
El amor es la forma más sutil de conocer desde donde podemos empezar a saber, a conocer, a no explicar con frases o palabras lo que muchas veces no tiene explicación.
Es cuando dejamos de interpretar y solamente actuamos, somos libres respecto a lo que nos aconsejan o nos imponen, somos conscientes de que la única felicidad la recibimos desde nosotros mismos.
No soy feliz porque los demás me hagan la vida más hermosa, en realidad la vida me la hago hermosa yo mismo, yo soy el autor de la felicidad que día a día inunda mis momentos, mis intimidades, mis delirios y mis dolores.
Todo el mundo que nos rodea está ahí para complementar los rincones de todo acontecer, de todo discurrir, incluso aquellos que parecen no estar, puesto que el camino de la sencillez empieza donde la dureza de las situaciones que nos coloca en los días de calendario hacen que todo sea el experimento de aquello que no conocíamos.
Lo desconocido abre puertas, incluso son puertas abiertas que no hemos visto y por eso son desconocidas. El desconocimiento es causa de esclavitud, de dependencia, de no amor.
La conciencia abre todo lo que en otros momentos tiene una cerradura imposible de traspasar, puesto que el cerrojo no existe y mucho menos está funcionado.
Nosotros somos los que les ponemos cerrojo, llaves, alarmas anti robo, barreras, imposiciones, silencios, oscuridades y así conocemos otro mundo que desde el lado del amor nos es desconocido.
Amor a todo, Amor a todos, Amor al Universo, Amor a la Tierra. Es el lenguaje de aquellos que buscan fuera aquello que desde el amor de un silencio en una meditación fluye a través de unos canales que enchufan a la sinceridad de un corazón el universo o microcosmos que todos llevamos escondido en nuestro interior.
Bienvenidos al viaje, comienza la aventura.........
Miguel José
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