El Amor está en todo lo que nos rodea, en los límites de la realidad, en los confines de aquello que sentimos desde el preciso instante en que elegimos el camino de la verdad, de nuestra verdad.
Los hombres y mujeres que componen el ejército de la humanidad, son seres que han llegado a este planeta para comprender todo aquello que quieren experimentar, aquello que no han podido completar en otras vidas anteriores.
Sentados a la orilla del mar escuchamos las canciones de aquellos que han querido vivir en sus aguas. En lo alto de la montaña sentimos los murmullos de quienes pasaron por aquellos lugares.
El sentido de aquellos momentos que pasaron, el sentido de aquellos instantes en que una experiencia fué lo más importante, el sentido de aquella dirección lo determina el Amor que cada uno se permite sentir, que cada uno es capaz de entregar sin necesidad de recibir nada a cambio.
Es cierto que todos estamos unidos por el Amor, por esos sentimientos que dentro de nosotros brotan cuando vemos un niño, cuando un anciano nos da conversación, cuando una madre nos cuenta su parto, ese milagro de la vida que convierte un espermatozoide masculino en un nuevo ser humano.
Todos rodeamos con nuestros brazos esas ilusiones que convertimos en realidades, todos somos capaces de lograr aquello que hemos tenido en mente, todos somos Amor en cada una de nuestras formas de vida.
Las plantas nos enseñan, los animales lo ponen en práctica, la naturaleza se encarga todos los días de darnos esas lecciones que tendríamos que aprender.
El resultado es una vida plena de Amor, de sentir al humano, de vernos en la mirada del otro, de escucharnos en las palabras de ls otros, de tocarnos en la palma de unas manos hambrientas y sedientas de todo aquello que es el Amor.
Amarnos cada día a nosotros mismos, es la mejor lección aprendida que podemos desarrollar, sin copiar, sin apuntes, sin manuales, solo desde el sentimiento interior de aquello que llevamos guardado desde el momento mismo del nacimiento.
Hemos nacido a un mundo de Amor, pero somos ciegos y queremos probar todo aquello que se nos coloca en esas estanterías que es la vida. Al final es cuando nos damos cuenta que solo esa receta es la que nos completa y nos conduce a nuestro camino.
Cada día es una lección nueva que nos coloca el frente de nuestro barco, en la senda de aquella corriente de vida que decidimos en algún lugar de un universo inmenso, volver a vivir y compartir con todos.
Miguel José
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