Los días se han terminado, las noches quedan silenciosas esperando la marcha hacia esa tierra interior. Todavía hay viaje por hacer, todavía hay caminos que recorrer, todavía hay momentos que vivir, todavía hay lugares que conocer.
En aquellos momentos de mi llegada, sentía que el camino recorrido era el más importante. Aún lo sigue siendo, pero las sendas que he pisado me han llevado a sentirme la persona más feliz de este mundo.
Los coloquios visitados, los espectáculos ante mis ojos, aquellos días de fuego y sonido, aquellos días de comida y familia, aquellos amigos sinceros tras unas cervezas, aquellos bares y restaurantes que asombraban mi experiencia.
Esas noches en silencio, esos momentos de pasión, esas mañanas de sueños revividos, esos minutos tras un vaso de té, esos segundos de despedidas, esos amaneceres junto a ella, esas mañanas esperando.
Comidas sin tiempo, siestas sin fin, calles vacías, esperanza de poder vivir en el lugar donde mis sueños sitúan mi futuro, el querer acercarme a este mar que tanto me atrae, el sentir que las calles de la vecina ciudad me esperan en continuo movimiento.
Los lugares que tendré ante mis ojos, los amigos que conoceré en aquellas playas, en aquellas avenidas hacia la costa, en aquellos pueblos y reuniones que sentiré tan cerca, como de la muchacha que me acompaña en estos segundos de una vida intensa.
Seré aquél que lucha, seré aquél que ahora sueño, seré el pensador que ya no piensa, seré el trabajador que hace camino, seré el escritor de sueños, seré el director de aquellos proyectos que están en una mesa esperando, seré el que quiero ser.
Y ahora también soy el que vive, el que rie, el que llora, el que ama, el que se apasiona con agradecer los regalos que la vida me da día tras día. El que llegó a estas tierras para una sonrisa y está haciendo su instante de vida entre su propio amor.
El amor que un día me abrió al universo, el amor que ahora me hace comprender lo que no entiendo, el amor que me lleva a un camino imposible, el amor que me hace sentir persona, el amor que ahora llevo tan dentro, el amor que me enamora del Ser tan intenso e inmeso que Soy.
Yo Soy mi presencia, Yo Soy mi Dios, Yo Soy uno con el universo. En el uno está todo, pues todo implica nada. De la creación en la nada surgió la vida, de la vida llegamos los ángeles que entramos en un cuerpo humano, de ese cuerpo vivimos aquello que de lejos no podíamos nunca imaginar.
Al llorar disfrutamos, al reir nos completamos, al desesperar llegamos, al callar no podemos, al hablar no paramos, al sentirnos solos nos despegamos, al romper las cadenas nos liberamos, al llegar a sentir nos amamos, al terminar en un cuerpo nos encontramos.
Parto hacia otro futuro, parto de aquí con los ojos sinceros, parto de este lugar después de empaparme de sus días y sus noches, de sus soles y de sus lluvias, de sus oscuridades y de sus luces, de sus fiestas y de sus descansos.
Recordaré siempre este verano por aquello que me hizo morir en aquél hospital y por el nacimiento que llegó cuando el amor invadía mis venas, cuando el amor rellenaba aquellas oscuridades, cuando el amor dejó un corazón nuevo.
Gracias a todos los que en esto participaron, gracias a aquellos que me vivieron, gracias a aquellos que me conocieron, gracias a los momentos que me enseñaron, gracias a esta mujer que se vivió dentro.
Ahora toca continuar el camino, seguir haciendo kilómetros de experiencia, de conocimiento, de sabiduría, de vivir en cada instante el olor de una flor, el ruido de un avión, el mar en calma, el tren por dentro, la luna en una playa, el fin de semana en tu casa, los martes en la mía.
Un beso dice adiós a unos meses que hicieron de este hombre un ser más montaña, más inmenso, más sincero y mas transparente. Un Ser que, en definitiva, se ha dejado ser el alma que dentro espera salir a lo mas profundo de mi interior.
Miguel José
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