Hoy es un día importante en nuestras vidas, es un momento perfecto para sentir las energías que nos llegan del universo, del corazón de Gaia, nuestra Tierra, de todos esos seres transparentes que nos acompañan en este viaje, de algo que creamos dormidos en este plano, despiertos al otro lado de la vida.
En España, lugar desde donde escribo, seguramente no pasará nada, o quizás sí. Sucederá que las calles se llenaran de personas, de coches, de ruidos y sonidos característicos de un día de fiesta. Aquí es domingo, en el resto del mundo, también es domingo.
Millones de seres se cubrirán con sus mejores galas, sacarán esos trajes nuevos aquellos que quieren ir a la misa, a ese concierto de religión y tradición, sacando al exterior aquél amor y fraternidad que el momento requiere.
Otros, en cambio, sentirán el descanso, en la playa, en la montaña, en aquellos chales adosados, en esplendidas habitaciones de hoteles durmiendo a pierna suelta aquellos conflictos que descansan en esa mente dedicada a crear un sueño, una forma de evadir aquellos cansancios.
Algunos en sus piscinas soñarán ser buzos, ser marineros, cruzar los mares con sus brazos, sentir aquellos peces que resbalan entre sus piernas, ver como de aquella línea lejana del horizonte, de un mar imaginario, surge una tierra nueva, un nuevo hogar donde no existe la envidia, el odio, el rencor, la tristeza ni la guerra.
El nueve de septiembre es conocido por algunos miles de personas como el día en que se abre un nuevo portal energético, un lugar que no existe físicamente, pero que se siente en la energía que envuelve a todos aquellos que sienten esa energía. Es el inicio de aquel momento que a muchos seres les fue revelado y que ahora reciben como sabiduría en el conocimiento de saber que su divinidad interior se está despertando.
En lugares más remotos al lugar donde mi figura amanece en cada despertar, habrá gentes dedicadas a sobrevivir, a cazar aquello que puedan ver en movimiento, a poder remover de montañas de basura aquello que pueda servirles para rellenar esos estómagos que vacíos lamentan otra forma de vida, a pedir clemencia para que una guerra no les destruya aquello en lo que vaciaron sus vidas.
Se aprende de todo aquello que vivimos, se aprende de todo aquello que entendemos que nos ha sucedido, se aprende cuando comprendemos que aquel suceso o esa persona que pasaron por nuestra vida como un gran tornado, lo hicieron para enseñarlos la lección de aquel momento.
Ahora solo toca disfrutar, solo toca saborear un baño entre las olas de un mar en calma, solo toca escuchar una canción en brazos de su amado, solo toca desayunar unos alimentos que nos llenen nuestro amanecer. Ahora es el momento en que nos ha llegado aquel tiempo que ya no tiene horas, que vacía de nuestro pensamiento todo aquello que nos desgasta, que nos destruye, que nos deja vacíos de amor.
Entre el inicio de nuestra llegada de aquel vientre de nuestra madre en tierra y el momento actual, cada humano, cada alma, ha pasado los obstáculos que nos han sido revelados por nosotros mismos en aquellos sueños que no tienen fecha ni tiempo, que no tienen lugar ni momento y a los que fuimos rellenando de un cúmulo de soluciones posibles para que nuestra libertad eligiera en el ahora el camino a decidir por el propio caminante en que nos hemos convertido.
La historia no es más que añadir a cada hora, a cada minuto, a cada segundo, aquellos sucesos que alguien consideró importantes y reseñables de unos cuantos seres humanos que decidieron hacer realidad esos grandes sueños, decidiendo con valentía y coraje aquello que sentían querer sentir y disfrutar.
No estamos solos............
Elche (Alicante), 9.9.2007
Miguel José
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